Teatro
Temporada en Suiza: 8 de octubre en el FIT Lugano | Temporada en Portugal: 15 y 16 de octubre en el Teatro Nacional TSJ de Porto | Temporada en España: 29 de octubre en el Teatro Tía Norica | Temporada en Turquía: Del 4 al 6 de noviembre en Kundura Sahne Istanbul. | Temporada en Madrid: 11 y 12 noviembre en el Festival de Otoño de Madrid.
Dirección y dramaturgia: Manuela Infante | Elenco: Marcela Salinas, Aliocha De la Sotta, Rodrigo Pérez | Diseño integral: Rocio Hernández | Jefe técnico y visual: Pablo Mois | Producción: Carmina Infante | Diseño sonoro: Manuela Infante | Diseño audiovisual, programación sonora-lumínica: Alex Waghorn | Coreografía: Diana Carvajal | Colaboraciones musicales: Valentina Villarroel, Marcos Meza | Con música de: Eliane Radigue, Pauline Oliveros, Kali Malone, Senyawa y Beverly Glenn-Copeland | Técnico de Sonido: Diego Betancourt | Diseño Técnico de Sonido: Gonzalo Rodríguez | Investigación teórica y dramaturgismo: Camila Valladares | Proyecto desarrollado en residencias en Kyoto Experiment Festival y Kyoto Arts Center, Parque Cultural de Valparaíso y NAVE | Coproducción: Centro Culturalcop, Fundación Teatro a Mil, NAVE y Parque Cultural de Valparaíso | Proyecto financiado en parte por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile a través de FONDART 2020.
Manuela Infante
Dirección y dramaturgia
Explorando los límites de la creación
Entre 2001 y 2016, la directora, dramaturga, guionista y música Manuela Infante (1980) trabajó junto a la compañía Teatro de Chile, una de las agrupaciones nacionales más destacadas de las últimas dos décadas. Con ellos montó, entre otras, las obras Prat, Cristo, Zoo y Realismo. En paralelo, ha realizado una carrera con creaciones estrenadas en todo el mundo, como Fin, presentada en el Festival de Módena; What’s he building in there?, creada en una residencia artística en The Watermill Center; On the beach, curada por Bob Wilson y estrenada en el Baryshnikov Arts Center, de Nueva York; y Don’t feed the humans, estrenada en el Hebbel am Uffer en Berlín.
Su trabajo ha sido presentado en América, Europa y Asia, con una destacada participación en la Bienal de Teatro de Venecia, en 2019, donde fue la primera chilena en ser programada y recibió el Premio del Stückemarkt del Theater Treffen de Berlín. Sus últimas obras vistas en Chile han sido Estado vegetal (2017, elegida Mejor Obra y Mejor Dirección por el Círculo de Críticos de Arte) e Idomeneo (2019).
- Porque sigue en la línea del destacado trabajo que Manuela Infante está realizando en torno al teatro no antropocéntrico; camino iniciado con el montaje Realismo (2016) y que siguió con la premiada obra Estado vegetal (2017). Ambas obras se entraman en el cuestionamiento del límite entre lo “humano y no humano”, para develar las explotaciones existentes a partir de la idea de una condición humana hegemónica, la que es heredada desde las culturas europeas, como explica El Mostrador en una entrevista realizada a Manuela Infante a propósito de el estreno de Cómo convertirse en piedra.
- Porque genera una profunda reflexión no solo en torno a lo humano versus lo no humano; también sobre la supremacía de los hombres blancos, la violencia de género y el sometimiento de quienes son “menos humanos” que otros: “Todo el paradigma de la explotación de la naturaleza tiene que ver con el momento en que en la modernidad se empieza a construir esta idea de ‘Ser Humano’ (con mayúsculas), que es un hombre europeo blanco que tiene la potestad de poder explotar y hacer lo que quiera con otros”, explica Manuela Infante.
Escrita y dirigida por Manuela Infante
Un montaje que busca dejar de lado el teatro antropocéntrico para ahondar en la naturaleza y cambios de los seres minerales.
Continuando con la exploración especulativa iniciada hace varios años, en las obras Realismo (2016) y Estado vegetal (2017), Cómo convertirse enpiedra (2020) sigue con la tarea de imaginar un teatro post-antropocéntrico y no humanista. El trabajo es, y ha sido, contrarrestar la noción moderna de humanidad como medida de todas las cosas. Esto, por medio de investigaciones teatrales que buscan decolonizar las prácticas teatrales del pensamiento humanista.
El concepto de "humano" ha servido para sostener y justificar significativas explotaciones y exclusiones. No solo hacia los no humanos, sino también hacia los humanos considerados menos que humanos. Un teatro no-humano es una práctica crítica y también, una coreografía especulativa con otras formas de organización social.
¿Qué resultaría de imitar a las rocas con el cuerpo de la obra? ¿Cómo sería una obra mineral? ¿Qué podría surgir del proceso de comportarnos como aquellas que nunca han nacido, nunca crecerán y nunca morirán?
Las rocas, en tanto cosas no vivas, pueden arrojar luz crítica sobre la hegemonía actual de la retórica de la vida -y lo vivo- arraigada en conceptos políticos y económicos que son preponderantes hoy, como el crecimiento, el progreso, el desarrollo, etc. Una especie de bio-normatividad donde lo vivo, o la vida, opera como una norma que ejerce sus formas específicas de opresión y explotación. Cómo convertirse en piedra mira de cerca cómo las formaciones geológicas y los cuerpos humanos comparten historias de explotación y agotamiento. Somos también piedra y también podemos ser minados.
Trabajando con pedazos de narrativas erosionadas, comprimidas entre sí como capas de materiales sedimentados, la obra presenta una estructura dramática mineral, que nos habla de aquello que está escrito en piedra, y de aquello geológico que podemos encontrar escrito en nosotros. Pedazos de historias erosionadas se organizan en paisajes sonoros, apilados unos sobre otros por medio de procesos de loopeo, como capas geológicas de roca, formando un áspero... algo. .
Este proyecto fue, en parte, desarrollado en residencia en Kyoto Experiment Festival y Kyoto Arts Center, Parque Cultural de Valparaíso y NAVE.
Co-producido por Centro Cultural Matucana 100, Fundación Teatro a Mil, NAVE y Parque Cultural de Valparaíso.
Este proyecto fue financiado en parte por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile a través de FONDART 2020.
Direction and Dramaturgy by Manuela Infante
Cómo convertirse en Piedra (2020) takes up an itinerary of speculative exploration, which started several years ago with the plays Realismo (2016) and Estado vegetal (2017): imagining a post-anthropocentric and non-humanist theater. The challenge was, and still is, to encounter the modern notion of humanity as the measure of all things through theatrical investigations aimed at decolonizing practices of humanist thinking.
The concept of "human" has served to sustain and justify significant exploitations and exclusions. Not only towards non-humans, but also towards humans considered less than human. A non-human theater is a critical practice, as well as a speculative choreography with other forms of social organization.
What would result from imitating rocks with the plot of play? What would a mineral play look like? What might emerge from the process of behaving like those that have never been born, will never grow, and will never die?
Rocks, as non-living matter, can shed critical light on the current hegemony of the rhetoric of life and the living, rooted in political and economic concepts that are prevalent today, such as growth, progress, development. A kind of bio-normativity where life operates as a norm that exercises its specific forms of oppression and exploitation. Cómo convertirse en piedra looks closely at how geological formations and human bodies share a history of exploitation and depletion. We are stone, too, and we can also be mined.
Working with pieces of eroded narratives, compressed together like layers of sedimented materials, the work presents a mineral dramatic structure, which speaks to us about what is written in stone, and of what we can find written, geologically, inside us. Pieces of eroded stories are organized in soundscapes, stacked one on top of the other by loops, like geological layers of rock, forming a rough... something.
Dirección y dramaturgia: Manuela Infante | Elenco: Marcela Salinas, Aliocha De la Sotta, Rodrigo Pérez | Diseño integral: Rocio Hernández | Jefe técnico y visual: Pablo Mois | Producción: Carmina Infante | Diseño sonoro: Manuela Infante | Diseño audiovisual, programación sonora-lumínica: Alex Waghorn | Coreografía: Diana Carvajal | Colaboraciones musicales: Valentina Villarroel, Marcos Meza | Con música de: Eliane Radigue, Pauline Oliveros, Kali Malone, Senyawa y Beverly Glenn-Copeland | Técnico de Sonido: Diego Betancourt | Diseño Técnico de Sonido: Gonzalo Rodríguez | Investigación teórica y dramaturgismo: Camila Valladares | Proyecto desarrollado en residencias en Kyoto Experiment Festival y Kyoto Arts Center, Parque Cultural de Valparaíso y NAVE | Coproducción: Centro Culturalcop, Fundación Teatro a Mil, NAVE y Parque Cultural de Valparaíso | Proyecto financiado en parte por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile a través de FONDART 2020.
Manuela Infante
Dirección y dramaturgia
Explorando los límites de la creación
Entre 2001 y 2016, la directora, dramaturga, guionista y música Manuela Infante (1980) trabajó junto a la compañía Teatro de Chile, una de las agrupaciones nacionales más destacadas de las últimas dos décadas. Con ellos montó, entre otras, las obras Prat, Cristo, Zoo y Realismo. En paralelo, ha realizado una carrera con creaciones estrenadas en todo el mundo, como Fin, presentada en el Festival de Módena; What’s he building in there?, creada en una residencia artística en The Watermill Center; On the beach, curada por Bob Wilson y estrenada en el Baryshnikov Arts Center, de Nueva York; y Don’t feed the humans, estrenada en el Hebbel am Uffer en Berlín.
Su trabajo ha sido presentado en América, Europa y Asia, con una destacada participación en la Bienal de Teatro de Venecia, en 2019, donde fue la primera chilena en ser programada y recibió el Premio del Stückemarkt del Theater Treffen de Berlín. Sus últimas obras vistas en Chile han sido Estado vegetal (2017, elegida Mejor Obra y Mejor Dirección por el Círculo de Críticos de Arte) e Idomeneo (2019).
- Porque sigue en la línea del destacado trabajo que Manuela Infante está realizando en torno al teatro no antropocéntrico; camino iniciado con el montaje Realismo (2016) y que siguió con la premiada obra Estado vegetal (2017). Ambas obras se entraman en el cuestionamiento del límite entre lo “humano y no humano”, para develar las explotaciones existentes a partir de la idea de una condición humana hegemónica, la que es heredada desde las culturas europeas, como explica El Mostrador en una entrevista realizada a Manuela Infante a propósito de el estreno de Cómo convertirse en piedra.
- Porque genera una profunda reflexión no solo en torno a lo humano versus lo no humano; también sobre la supremacía de los hombres blancos, la violencia de género y el sometimiento de quienes son “menos humanos” que otros: “Todo el paradigma de la explotación de la naturaleza tiene que ver con el momento en que en la modernidad se empieza a construir esta idea de ‘Ser Humano’ (con mayúsculas), que es un hombre europeo blanco que tiene la potestad de poder explotar y hacer lo que quiera con otros”, explica Manuela Infante.
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