Son muchas las estrellas de cine que dejan a un lado sus carreras durante un tiempo para probar su suerte en los teatros de Broadway o el West End. Muchísimo menos son las que pasan de las grandes pantallas plateadas a un pequeño teatro de marionetas, pero en Chile sí hay una. Unos años atrás, la actriz Aline Kuppenheim (“Machuca”, 2004, “Una Mujer Fantástica”, 2019) decidió emprender un nuevo camino creativo: aprendió cómo manufacturar marionetas, modelando sus caras y manos con silicona para que parecieran lo más real posible; también estudió cómo fabricar y manipular sus articulaciones para hacer que sus movimientos fueran como los de un ser humano.

Después de un período de aprendizaje y exploración estaba lista para formar un grupo y poner a prueba sus nuevas destrezas. Felizmente, gustó. Ahora viaja por el mundo junto a su grupo Teatro y su Doble, presentando trabajos que tal vez nunca se hubieran hecho ni en el cine ni en el teatro normal con actores de carne y hueso.

La puesta en escena está basada en “La noche de los feos” del cuentista y poeta uruguayo Mario Benedetti. En tan solo unas dos páginas, el relato de Benedetti cuenta la historia de un hombre y una mujer con graves deformidades físicas que se encuentran en una fila de cine y pronto se reconocen como almas gemelas. El conocido dramaturgo Guillermo Calderón ha convertido el cuento en una obra dramática que presenta al público una pregunta dura: ¿Hasta qué punto nos definen nuestras apariencias físicas?