En medio de un contexto mundial en el que millones de personas abandonan sus países buscando mejores oportunidades de vida, proponer reflexiones y nuevas miradas en torno a la migración es fundamental. Bien lo sabe el destacado dramaturgo Marco Antonio de la Parra, quien desde hace cuatro años viene trabajando en el texto que hoy da vida a La tierra prometida, un montaje que en formato de musical aborda temas como el desarraigo, la xenofobia y la lucha que tantos pueblos han tenido que dar por llegar a un nuevo país.

“El proyecto tiene que ver con el movimiento de pueblos detrás de un sueño, en busca de una utopía y de algún lugar donde poder establecerse. Me daba vueltas esa sensación de estar fuera del país, de estar instalándose y cambiando permanentemente. Con esta idea empecé a tomar nota de pequeñas observaciones cotidianas, a releer el éxodo bíblico, a recordar los exilios que han construido a la sociedad chilena, como los ocurridos durante la dictadura. Y así fue como muchos testimonios fueron colgándose como voces", explica el dramaturgo,

De la Parra, uno de los autores más importantes de la historia del teatro chileno, define a la obra como una “constelación de voces” que emergen para hablar de identidad y de cómo ésta se construye a partir de lo extranjero: "yo no imaginaba a un grupo de personajes nítido, sino muchas voces, muchos textos que van hablando tanto de la migración actual como la de otras épocas”.

¿Y qué punto en común cruza a todas estas historias?

─ En el texto está en común todo el tema del desarraigo, de cómo te instalas en otro país, cómo construyes una identidad y al mismo tiempo luchas por conservar la anterior. De qué manera en el fondo tienes que convertirte en un ciudadano de ninguna parte, en el apátrida que se está cuestionando todo el tiempo qué conservar.

Dices que todos somos de alguna forma hijos de migraciones. ¿Qué tan presente está la migración en tu vida y cómo se refleja en esta obra?

─ Para construir el texto yo no sólo tomé historias que escuchaba en la calle, sino que también recordé algunos episodios de mi vida. Yo por ejemplo tengo sangre belga por un lado, y en mi casa el francés era una lengua prohibida para los niños, se hablaba en secreto, sólo lo usaban mi bisabuela, mi abuela y mi madre.

¿De qué forma se retrata Chile en La tierra prometida?

─ Es Chile en dos sentidos. Por un lado, el Chile al cual se llega y, por otro, al cual se evoca. Estos que evocan son los que alguna vez se fueron, que tuvieron que vivir en el exilio, y han tenido que regresar sintiendo que es la tierra perdida, o la tierra prometida que se anuncia, que está siempre vigente en las conversaciones. Chile es el punto de inicio para proponer reflexiones en torno al límite, a cuál va a ser mi nacionalidad, quién me va a recibir, cuál va a ser mi tierra prometida.

¿Y qué análisis haces de la manera en que Chile aborda la migración en la actualidad?

─ Me parece que la actitud chilena es muy ambigua. Por un lado es un país que ha recibido muchísimas migraciones, pero siempre en una actitud extraña, como de abrir la puerta y luego cerrarla, y luego volver a abrirla. Y eso ha sucedido históricamente, con muchos pueblos. Creo que en estos momentos hay una actitud más bien recelosa de seguir abriendo fronteras. Mi análisis es que a algunos países les cuesta más recibir, hay culturas que se adhieren mejor que otras, que se entregan y otras que luchan por conservar su identidad.

En lo musical, ¿cómo definirías este espectáculo?

─ Es un espectáculo con mucha melancolía. Yo hace tiempo tenía ganas de trabajar con Elvira López porque a mí me gusta mucho el teatro musical y ella es muy buena compositora. Además, siempre pensé en la música porque mi experiencia con migrantes está marcada por lo musical también. Creo que Elvira ha hecho un trabajo excelente de adaptación, porque la obra está escrita como un largo poema en verso blanco, y era complejo ir armando esta constelación de voces y al mismo tiempo hacer referencia al dolor del desarraigo.

La Muestra Nacional de Dramaturgia y su apuesta por la descentralización

Con más de 40 años de trayectoria, la agenda de Marco Antonio de la Parra sigue activa y llena de nuevos proyectos vinculados a las artes escénicas. Se encuentra próximo a estrenar La Ciudad de los Césares en el Teatro Ictus, y junto a la dramaturga Isidora Stevenson serán los encargados de la próxima XIX Muestra Nacional de Dramaturgia.

Sobre esta iniciativa, cuyo proceso de postulación se encuentra abierto hasta el 30 de agosto, de la Parra anuncia que en esta versión el sello será la descentralización, y agrega que “va a ser muy iluminador llevarse a toda la gente a una región, será un espacio de encuentro entre artistas de distintas partes del país. Queremos hacer una especie de fiesta fuera de Santiago, un festival que recoja lo mejor de todo el país”.

Conoce más sobre la creación de Marco Antonio de la Parra en el siguiente video