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Cada minuto cuenta


Cada minuto cuenta

Ópera

27 de abril | 19.30 horas

En el camarín de la Sala Agustín Siré, lo que menos hay, es silencio. Desde la escalera se puede escuchar una mezcla de conversaciones, risas, cantos, diálogos en español, mapudungún e italiano. Es el elenco de Ópera, la obra de Antimétodo que se está presentando en el espacio de la Universidad de Chile como parte del Ciclo Teatro Hoy.



Faltan 45 minutos para que comience la primera función de la segunda semana de la temporada que se extenderá hasta el 6 de mayo, y los actores y cantantes del montaje ajustan los últimos detalles de sus vestuarios, peinados y maquillaje. La mayoría de ellos están sentados frente a los diferentes espejos en la sala, mientras repasan sus textos, sin importar si son cantados o hablados, en español u en otro idioma.

“¡Chiquillos! Hoy vamos a hacer un cambio”, los interrumpe Ana Luz Ormazábal, directora de Ópera. Desde la puerta del camarín, la también actriz, investigadora escénica y docente, les explica qué escena van a modificar y lo que debe hacer cada uno de los involucrados. No hay dudas, sólo cabezas que asienten y sonríen ante las indicaciones. “¡Quiero que lo pasen bien! Y apúrense para el mierda mierda”, agrega la creadora.



De a poco los actores comienzan a salir por la pequeña puerta del camarín, y escaleras arriba se dirigen a la sala, que está casi lista para recibir a la audiencia de su segundo jueves. En los pasillos se siguen escuchando diálogos de la obra, muchos de ellos en español con un acento italiano, e incluso a uno de ellos se le suelta un “¡Grazie!”, mientras avanza por un estrecho pasaje que está a oscuras y esconde las bicicletas de los integrantes de la agrupación.

Cada uno de los miembros de Ópera se reúne casi al centro de la Sala Agustín Siré. En ella, no hay escenario y tampoco sillas, ya que el trabajo es una invitación a participar de una experiencia sonora y teatral, donde es posible recorrer el espacio en el que cuelgan maniquíes con sencillos vestuarios que posteriormente usarán los propios actores.



Mientras la mayoría de los integrantes de Antimétodo conversan casi a oscuras y formados en un círculo, uno de ellos se escapa a una pequeña pieza que está a un costado, donde hay un montón de elementos técnicos como luces, cables, mesas de sonido; pero también cachureos, libros, comida e incluso pósters de la Selección Chilena de Fútbol pegados en una de las paredes. Allí, el joven comienza a hurguetear, hasta que encuentra lo que buscaba: una botella de champaña.

La botella llega a manos de Ana Luz, quien es la encargada de dar las palabras al resto del grupo en el que también está un grupo de “asistentes” vestidos de negro, que son los encargados de guiar al público durante toda la función. A todos los felicita, los anima, les da las gracias y los invita a pasarlo bien. Se toman las manos y un potente “¡Mierda, mierda, mierda!”, resuena en toda la sala.



La champaña empieza a correr por las manos de todo el equipo, quienes toman un sorbo y luego entregan la botella al vecino. Hay abrazos entre los actores, los asistentes, los ayudantes, hasta que una máquina de humo interrumpe el rito, y de a poco la sala comienza a tornarse nubosa, para así entregar un ambiente especial a los asistentes.

Son las 20 horas y todos salen rápidamente de lugar donde se concentrará la acción por los próximos 75 minutos. Mientras tanto, en la entrada, el público espera ingresar. Pero antes, una de las ayudantes de negro se dirige a los asistentes, les cuenta sobre el Ciclo Teatro Hoy y también la dinámica de lo que están a punto de presenciar. Con entusiasmo y dando el pase para que el grupo de personas avance, dice “¡Bienvenidos a la ópera!”.


Texto y fotos: Karina Mondaca Cea

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