[Crítica escénica] A tragédia e comédia latino-americana: La identidad en formato collage

Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico del Festival Santiago a Mil 2018. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autor, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.

Por John Alvarez

Bloques rectangulares blancos y gigantes dominan el espacio. Los intérpretes los mueven según las necesidades de cada escena. Todos trabajan y se mueven con el fin de componer algo que funcione como soporte para los relatos que se prestan a representar; un poco de humo, música en vivo, iluminación potente y comienza esta suerte de espectáculo dirigido por el brasileño Felipe Hirsch presentado en Matucana 100 en el marco del Festival Santiago a Mil.

Latinoamérica es inabarcable. Esto queda claro desde el principio. No basta con representar la historia de manera lineal utilizando los hitos más importantes. La identidad no se construye de esa manera y esta obra tampoco. La metodología del director fue tomar textos de diversos escritores latinoamericanos para construir múltiples escenas que funcionan en conjunto y en sí mismas.

Dividida en dos actos, cuenta con escenas o fragmentos narrativos con diálogos convencionales a los que se suman otros fragmentos que consisten en canciones, monólogos exasperados, momentos sin diálogos y puramente de construcción escenográfica. Algunos bailes y otros fragmentos con cierto grado de abstracción. En esta variedad de posibilidades, el diseño escénico se vuelve fundamental por la capacidad de unificar el pastiche propuesto, brindándole una profundidad particular desde la cual generar un gran collage que, pese a dispersarse por momentos, consigue siempre estar unido hacia un mismo objetivo: generar una panorámica de nuestra identidad latinoamericana. Sean cuales sean los recursos y estrategias para conseguirlo.

La desventaja de un espectáculo de estas características es que los fragmentos están propensos a la comparación entre ellos a pesar de no ser de la misma naturaleza. Es así como momentos no comprendidos como parte de un todo son catalogados de innecesarios sin reparar en las decisiones del director a la hora de crear un espectáculo.

Un collage tiene la libertad de dialogar con el público en distintos niveles, tiempos y espacios. Las piezas que conforman la obra pueden variar en calidad o profundidad, pero tienen cabida en ella y deben ser vistas con perspectiva y respetar las decisiones, aunque parezcan incorrectas en favor de un espectáculo total. En este caso, el collage quedó pequeño para contener a Latinoamérica, pero funciona como introducción a una identidad que no termina por encausarse.