7.12.2015 | None
Amanda Piña: “WAR utiliza la Isla de Pascua como un ejemplo que se puede extrapolar a algo más global”
Ver una obra de teatro de Andrés Pérez. Sólo eso fue necesario para que Amanda Piña, bailarina y coreógrafa chilena, supiera que quería dedicarse a las artes escénicas. “Tenía como 8 años y mi mamá me llevó al Teatro Esmeralda. Fue bastante impresionante, porque el montaje tenía algo muy físico y desde entonces supe que eso era algo que yo quería hacer. Eso fue la inspiración”, recuerda la artista.
Nacida en 1978 en una familia chilena-mexicana-libanesa, Amanda sintió el interés de desarrollar un trabajo que no se sometiera totalmente a las estéticas europeas o estadounidenses, sino uno que se cuestionara su origen. “A mí siempre me interesó saber qué tipo de trabajo contemporáneo haríamos los artistas latinoamericanos, que a lo mejor tenemos raíces indígenas o ser de familias mestizas. Qué tipo de arte haríamos nosotros si tuviéramos la oportunidad de generar contemporaneidades particulares y no siguiéramos sólo modelos externos”, explica Piña, egresada de la Escuela Internacional del Gesto y la Imagen “La Mancha”.
Fue en México, país a donde llegó a los 20 años para vivir junto a su padre, es que Amanda comenzó a acercarse cada vez más a la danza y el ser bailarina. “Me fui de Chile luego de salir de la escuela, y en México empecé a hacer teatro físico, para cada vez más meterme en la danza, sin embargo, me parecía que era muy moderna y tenía ganas de hacer algo distinto. Quería hacer lo que ahora se llama danza contemporánea y performance”, relata Amanda sobre la decisión que la llevó a recorrer distintos países como España, Francia y Austria, en donde se perfeccionó en distintos estudios.
En este último país, específicamente en Viena, donde reside hace una década; pudo desarrollar de manera más completa su trabajo debido a la escena internacional que se vive en el lugar. Así lo explica Amanda al decir que “es un lugar donde escribe y lee mucho. Hay mucho discurso, muchas preguntas. Mucho bailar, mucho mostrar. Harto intercambio, y creo que eso fue lo que nos hizo quedarme acá, ya que también es muy interesante mostrar un trabajo en ese contexto, dejarse conquistar por los colegas y porque permite generar trabajos en condiciones dignas para poder vivir de eso”.
En la ciudad conoció al artista visual suizo Daniel Zimmerman, con quien fundó la compañía nadaproductions en 2005, y junto a él ha desarrollado más de una veintena de trabajos que van desde el teatro, danza y performance, hasta filmes y documentales. “Para mí es un súper complemento, ya que yo estaba pensando desde el cuerpo y él desde los medios”, confiesa Amanda. “Las motivaciones del por qué hacerlo, para qué y el cómo y qué generar es algo compartido”, continúa la también coreógrafa, docente y productora del espacio cultural llamado nadaLoKal.
Uno de sus proyectos más reconocidos ha sido el documental Go and talk to your goverment, un mini documental que muestra el origen del Ministerio de Asuntos del movimiento de Austria, una iniciativa única en el planeta que busca fomentar el potencial de movimiento como un medio para la expansión de la conciencia. “Con Daniel habíamos realizado un viaje al Amazonas, para preguntarle a gente de culturas ‘preindustriales’ o ‘no industriales’, sobre cómo veían los problemas que afectan a Europa y al mundo occidental en general. La idea era buscar consejos sobre las crisis económicas, ecológicas y culturales, en sociedades que no tengan estados o que son tribales”, explica Amanda. Estos cuestionamientos y las respuestas, fueron los que dieron vida a este organismo cuyo objetivo es “institucionalizar un interés por la corporalidad que no existe en las organizaciones clásicas, y que hasta ahora sólo existen en la periferia de danza, o en los estudios sobre la percepción, somáticos o de la salud”.
Una de las ideas que motiva a Amanda y el Ministerio de Asuntos del movimiento de Austria, a continuar con esta tarea –que ya permitió la creación del Instituto Nacional de Asuntos del Movimiento de México (INAMM)-, es que creer que “si en el futuro tenemos que salir de esta dinámica de consumo y producción acelerada porque no es sustentable para el planeta ni para la vida en la Tierra; vamos a tener que hacer otra cosa con nuestro tiempo, cambiar las prioridades que tenemos, y los valores que les damos a ciertas cosas. En ese contexto, vamos a tener que hacer otro tipo de cosas y prácticas con el cuerpo”. Por este motivo es que para la organización es necesario pasar el tiempo en cosas que tengan un carácter mucho más pacífico, más orientado al ser y no tanto al hacer: “Hay que entender la corporalidad como algo que no tenemos que ir a buscar lejos, sino que está en el hecho de existir. El reconocimiento de reponer el valor de la existencia, es un ejercicio que necesitamos hacer a nivel global”, concluye Amanda.
Siguiendo esta línea de trabajo, es que la compañía nadaproductions desarrolló WAR, proyecto que llegará al país para presentarse como parte del Festival Internacional Santiago a Mil 2016. El montaje utiliza el repertorio Rapa Nui y sus danzas tradicionales para extrapolar el motivo de la guerra a un nivel global, transformándose en un manifiesto contra la creciente homogeneización del arte y del mundo, planteado desde la perspectiva de las minorías oprimidas, perdidas o modificadas en este proceso.
“No es que me interesen las culturas originarias o el folclor en general”, explica Amanda sobre la decisión de trabajar con la cultura Rapa Nui y otras como la mapuche o la mexicana en diferentes proyectos. “Me interesan las historias subalternas, las otras historicidades que no tienen espacios, que no son representadas, que no tienen los medios o el poder para que sea contadas como verdad”. Para poner esto en escena, es que decidieron tomar la danza tradicional de la polinesia –Hawaii, Isla de Pascua, Nueva Zelanda-, porque en opinión de una de sus creadores, “tienen un tipo de arte que es extremadamente relevante hoy, porque tienen mucha comunicación con las formas no humanas de vida, como la naturaleza, el clima, los elementos, incluso hasta los espíritus”.
En el caso de WAR, sus directores quisieron mostrar de qué forma el turismo y la violencia están relacionados. Para esto emprendieron una investigación que se extendió por un año, y en la que contaron con la ayuda y apoyo de referentes de Isla de Pascua como Leo y Pascual Pakarati, quienes participaron en la generación que repensó el hoko -la danza de guerra tribal Rapa Nui-, en el contexto del boom turístico que partió durante la dictadura Pinochet. “Nos dimos cuenta que es un buen ejemplo sobre cómo, algo que es folclórico y tradicional como la danza, se ha ido desarrollando; y de qué manera esta danza que se muestra al turismo, genera identidad para el turista y el nativo. La obra utiliza a la isla como un ejemplo que se puede extrapolar a algo más global”.
Cuéntanos sobre el montaje. ¿Qué elementos hay y cómo los estructuraron?
Tiene tres partes con once tipos de danza. La estructura central se apoya en los grandes concursos de la polinesia, específicamente uno tradicional de Hawaii, el hula kahiko, en el que se muestra una danza, se cuenta su historia y se baila. En WAR hay danzas históricas, otras que llamamos manuinos, que son invenciones nuestras con elementos de otras danzas; otras supuestamente tradicionales -pero no sabemos si son con elementos que ellos actualizaron o si son las originales-, y otras tradicionales como el hoko.
El montaje se titular WAR (GUERRA), dentro de él hay imágenes de armas y el hoko es la danza de guerra de Rapa Nui. ¿De quién es el enfrentamiento o contra quién es?
La guerra está hecha por hombres, orquestada por hombres. Es la guerra del mundo, la guerra como un fenómeno, la guerra que se da en los cuerpos, entre los hermanos, entre vehículos aéreos no tripulados (los drones), y la guerra desde el concepto filosófico: la sociedad del control. De hecho, hay un hoko que se llama “El Monstruo del Control” que dice: Control es el nombre del nuevo monstruo, todo lo integra, puede lidiar con todo.
El montaje fue estrenado en 2013, pero pareciera que su temática es mucho más actual de lo que podrían haber imaginado. ¿Cómo se conecta WAR con la actualidad?
Hay un hula kahiko dedicado a Hanna Berger, bailarina y coreógrafa austríaca, que dos años antes de la II Guerra Mundial hizo una danza llamada Krieger (Guerrero). Cuando vi esa danza, sentí que a nosotros nos iba a pasar lo mismo, y justo hace un par de días, la ONU declaró que estamos ante una Guerra Mundial, porque ya son cinco naciones las que están dentro del conflicto.
WAR es un poco es eso. Surge a partir de una intuición de lo que se venía, de lo que se viene y de lo que estamos viviendo ahora en el mundo. Es un tema muy vigente, porque va de lo particular a lo general. No se queda en líneas de cosas de actualidad. De hecho, una vez hicimos en esa época (del estreno en 2013) una danza que se llama Frontex, que es un hoko que escribí yo y lo tradujimos a rapanui, que habla sobre la gente que trata de llegar por vía marítima a Europa, y los mecanismos para lograr que esa gente no llegue a destino. Mecanismos que tienen origen en la Unión Europea, un organismo que se llama Frontex. Muchos de esos barcos no son rescatados en alta mar, es decir, muchas de esas personas se están muriendo en barcos y prefieren eso a que lleguen a las orillas. Ese es un mecanismo de guerra del que hablábamos hace un par de años y nadie tenía idea, pero ahora todo cobra más sentido.
¿Qué te parece presentar este trabajo en el Festival Internacional Santiago a Mil?
La obra fue hecha para un público europeo, y por eso me tiene muy curiosa saber cómo va a ser recibida en Chile. Pero creo que también va a funcionar, aunque de seguro tendrá otras lecturas y me interesa mucho saber cómo resuena allá, porque tuvo su origen en Chile y el hecho de que Isla de Pascua históricamente sea una colonia nuestra, es bien afortunado para nosotros, pero no sé qué tan afortunado para ellos. Pero ojo, no es una obra independicista, Pascual Pakarati (que está en escena) tampoco tiene esa opinión, pero sí cree que se necesita de mucha más autonomía en la toma de decisiones de cuestiones locales que la gente de Valparaíso no entiende y no tiene por qué entender. Pero ese es un tema que la obra no toca tanto, pero son reflexiones que se pueden dar.
Estamos muy contentos de ir y de presentarnos en ese teatro hermoso que es Matucana 100. Ojalá podamos volver el otro año y mostrar otro trabajo, que es algo que me interesa mucho, porque me gustaría ser parte de la conversación sobre arte en Chile. Nosotros, desde afuera, también podemos ser un aporte, porque estar alejado te da perspectiva. En Chile hay artistas muy grosos y me interesa conocer sus trabajos, compartir con ellos, estar en un laboratorio con otros colegas y poder ser parte de la comunidad de arte en Chile.