5.7.2017 | None
Beben: Las réplicas de una tragedia
Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico de Teatro Hoy 2017. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autor, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.
Por Gonzalo Maruri
Terremoto en Chile, año 2010. Cuatro voluntarios alemanes son enviados a la zona del desastre para ayudar a los niños y niñas que allí se encontraban. En una de las jornadas de trabajo, una voluntaria les narra un cuento al grupo de niños. Este hecho hubiese pasado inadvertido tanto para ellos como para los padres de los pequeños si no fuera porque el relato que les fue contado era El terremoto en Chile, del alemán Heinrich von Kleist, historia en la que a partir de una cruda narración se detallan una serie de escabrosos acontecimientos ficticios que mezclan religión, muerte, amor y desastres naturales, temas que por lo demás, atraviesan transversalmente a Beben, obra teatral escrita por Guillermo Calderón y dirigida por Antonia Mendía, que con motivo del Ciclo Teatro Hoy de la Fundación Teatro a Mil, está presentándose en las dependencias del Teatro Duoc UC (ex Teatro La Memoria).
A partir de esta premisa, el montaje pone en escena a los cuatro voluntarios junto a la carpa que ocupan para pernoctar, discutiendo sin parar acerca de las razones que se tuvieron para contar esa historia y las consecuencias que este hecho podría traer con el entorno afectado por el terremoto. De esta manera surgen en el texto reflexiones que abordan temas como la fe religiosa del pueblo chileno, el sufrimiento humano y los efectos que tienen los desastres naturales en las personas. Con diálogos a ritmos trepidantes, la dramaturgia de Calderón hace gala de una especial poética al momento de declamar estos tópicos, la que sin duda adquiere su última fuerza en la forma lúgubre en que actor y actrices terminan por hacer suyo el texto.
Sin embargo, esta llamativa manera de tratar los diálogos de la obra pierde ritmo cuando es el propio texto el que se enfoca en relatar este escabroso cuento, sin considerar que a veces llega a ser tedioso para el espectador. Aportan en este sentido los monólogos que sostienen cada uno de los personajes en escena, que muchas veces terminan por sobre-explicar ideas que fueron abordadas con anterioridad en el mismo montaje, siendo el texto “la vida es sufrimiento” el más evidente de esta cuestión. Pareciera que la dramaturgia busca asegurar que el espectador se quede con ciertas ideas luego de ver la obra, subestimando la capacidad de éste para descubrirlas por sí solo.
Por otro lado, la utilización de proyecciones audiovisuales con el fin de construir el contexto en el que se encuentra la historia no alcanza a lograr su cometido, pues no desemboca en nada concreto a lo largo de la obra que justifique su utilización. Hubiese sido deseable un trabajo más acabado desde el diseño escenográfico para sugerir un entorno de destrucción masiva posterior a un terremoto. En este sentido, lo único que vemos es un escenario repleto de objetos cuya relevancia en la acción dramática es casi nula, pues ésta podría llevarse a cabo sin ellos, ya que es el texto el dispositivo que más se utiliza para construir aquello que no vemos.
A pesar de lo anterior, Beben es una atractiva apuesta dramática que plantea inquietantes preguntas sobre aquellas certezas que un territorio tan golpeado por desastres naturales como Chile no tiende a cuestionar. La fe en un dios, en el devenir, en una promesa que nunca se concretará; la percepción de un destino imposible de alterar, el olvido constante de nuestro pasado trágico, el eterno asistencialismo de una nación, la presencia permanente del juicio moral sobre los otros y el temor al existencialismo hacen eco en una pieza teatral que nos recuerda que la tragedia es algo más que sí misma. Son las réplicas de ésta las verdaderamente importantes.