19.6.2017 | None
Estado Vegetal: Cóleras botánicas
Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico de Teatro Hoy 2017. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autora, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.
Antes de su estreno, ya se encontraban vendidas por completo las entradas para Estado Vegetal, presentada en NAVE desde el 1 hasta el 4 de junio.
El monólogo de teatro es el fruto de diferentes ejercicios de improvisación de la actriz Marcela Salinas y las investigaciones de la directora y dramaturga Manuela Infante respecto al mundo vegetal, inspiradas en los trabajos del filósofo Michael Marder, el neurobiólogo vegetal Stefano Mancuso, entre otros.
La acción dramática gira en torno a un mismo hecho: el accidente de un bombero provocado por estrellarse contra un árbol sin podar, cuando conducía su motocicleta, quien posteriormente quedó en estado vegetal.
Para contar la historia, la actriz no personifica un solo personaje, representa múltiples personalidades, parece ser un ente mixto, una comunidad, quien lo logra con tanta fluidez y credibilidad que rompe con la idea del monólogo clásico y nos transporta imaginariamente a la vecindad en donde transcurrían los acontecimientos.
El argumento del mundo vegetal propuesto rompe con las nociones jerárquicas de la sociedad occidental: los patrones culturales determinados, los roles de poder, la figura del líder, la representación de lo femenino y masculino, etc.
Si desfragmentamos los mensajes de la dirección, se puede connotar que el mundo vegetal elimina las categorías de otredad del mundo animal (reconocimiento del otro como un individuo diferente, por lo tanto, lo propio asume inmediatamente una identidad) que posee ideas sometidas a lógicas de estructuralismo, funcionalismo y diferencia cultural. Desde este punto, no podría tener validez pues no se puede generar una sociedad sin el otro. Sin embargo, el mensaje asume algo mucho más profundo e interesante: la deconstrucción de las nociones pre-establecidas, antiesencialistas y antinaturales de la figura del otro.
La puesta en escena presentaba variados elementos innovadores: la actriz utilizaba una grabadora con la cual los relatos se enunciaban de manera dividida que al ser reproducidos con una voz superpuesta, provocaba una multiplicidad de voces que finalmente completaban la historia. Además, se utilizaba música polifónica para aumentar la tensión en las partes clave.
La idea de cuerpo que se presenta en este mundo vegetal, citando los conceptos del filósofo Deleuze, es un cuerpo rizomático (tallo de forma horizontal sin un centro en donde la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica) en donde se hace ruptura con el antropocentrismo humano.
Antes de su estreno, ya se encontraban vendidas por completo las entradas para Estado Vegetal, presentada en NAVE desde el 1 hasta el 4 de junio.
El monólogo de teatro es el fruto de diferentes ejercicios de improvisación de la actriz Marcela Salinas y las investigaciones de la directora y dramaturga Manuela Infante respecto al mundo vegetal, inspiradas en los trabajos del filósofo Michael Marder, el neurobiólogo vegetal Stefano Mancuso, entre otros.
La acción dramática gira en torno a un mismo hecho: el accidente de un bombero provocado por estrellarse contra un árbol sin podar, cuando conducía su motocicleta, quien posteriormente quedó en estado vegetal.
Para contar la historia, la actriz no personifica un solo personaje, representa múltiples personalidades, parece ser un ente mixto, una comunidad, quien lo logra con tanta fluidez y credibilidad que rompe con la idea del monólogo clásico y nos transporta imaginariamente a la vecindad en donde transcurrían los acontecimientos.
El argumento del mundo vegetal propuesto rompe con las nociones jerárquicas de la sociedad occidental: los patrones culturales determinados, los roles de poder, la figura del líder, la representación de lo femenino y masculino, etc.
Si desfragmentamos los mensajes de la dirección, se puede connotar que el mundo vegetal elimina las categorías de otredad del mundo animal (reconocimiento del otro como un individuo diferente, por lo tanto, lo propio asume inmediatamente una identidad) que posee ideas sometidas a lógicas de estructuralismo, funcionalismo y diferencia cultural. Desde este punto, no podría tener validez pues no se puede generar una sociedad sin el otro. Sin embargo, el mensaje asume algo mucho más profundo e interesante: la deconstrucción de las nociones pre-establecidas, antiesencialistas y antinaturales de la figura del otro.
La puesta en escena presentaba variados elementos innovadores: la actriz utilizaba una grabadora con la cual los relatos se enunciaban de manera dividida que al ser reproducidos con una voz superpuesta, provocaba una multiplicidad de voces que finalmente completaban la historia. Además, se utilizaba música polifónica para aumentar la tensión en las partes clave.
La idea de cuerpo que se presenta en este mundo vegetal, citando los conceptos del filósofo Deleuze, es un cuerpo rizomático (tallo de forma horizontal sin un centro en donde la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica) en donde se hace ruptura con el antropocentrismo humano.