21.3.2019 | None
Isidora Aguirre más allá de La pérgola de las flores
Isidora Aguirre fue una de las figuras más sobresalientes del teatro chileno del siglo XX. Solemos recordarla por su obra La pérgola de las flores, una comedia musical estrenada en 1960, que la mayoría de las personas vio en alguna de sus incontables presentaciones o en la televisión, y que la llevó a obtener un lugar en el mundo de las artes escénicas y un reconocimiento internacional. Sin embargo, este gran éxito hizo pasar desapercibida más de alguno de los logros que tuvo durante los 50 años que le dedicó a su labor artística.
La destacada dramaturga desarrolló un extenso trabajo de más de 30 obras que indagan en temas sociales y conjugan la identidad chilena a través de distintos momentos de la historia, con estilos que pasan por la comedia, la farsa y los dramas históricos. Además, se desempeñó como profesora formando varias generaciones de grupos teatrales en múltiples lugares del país.
Isidora Aguirre desciende de un clan familiar de larga tradición artística. Es bisnieta de la música e intérprete Isidora Zegers e hija del ingeniero Fernando Aguirre Errázuriz y de la pintora María Tupper Hunneus. Su tía, Ester Hunneus, es la escritora conocida bajo el seudónimo de Marcela Paz, autora de la serie de libros Papelucho. Debido a esto, tuvo una educación centrada en el arte y un temprano acercamiento a la escritura.
Antes de dedicarse de lleno al teatro, trabajó como escritora e ilustradora de libros infantiles y cursó estudios de trabajo social y de dirección dramatúrgica. Luego de casarse, parte a París, donde recibió clases de teatro.
Cuando regresó a Chile, conoció al actor y director de teatro Hugo Miller en un trolebús, encuentro que resultó decisivo en su vida, pues allí se dio cuenta de que quería dedicarse de lleno a la dramaturgia. A partir de ese momento, su vida se volvió muy agitada, dedicándole la mayor parte de su tiempo a sus creaciones.
De esos primeros años de arduo trabajo nacen sus primeras obras: Carolina; Pacto de medianoche; Anacleto Chin- Chin; Entre dos trenes; Dos y dos son cinco; La micro; Las sardinas o la supresión de Amanda y Las tres pascualas. Además, junto al narrador chileno Manuel Rojas escribió Población Esperanza en 1959, un texto con un marcado carácter social cuyos protagonistas eran hombres y mujeres habitantes de una población callampa. Este último trabajo la llevó a hacerse un nombre en la escena de la dramaturgia chilena, algo muy difícil por esos años, pues el medio estaba dominado por hombres.
Siempre comprometida con el trabajo social, su acercamiento a las comunidades fue la base de muchos de sus escritos. En ellas pasaba días completos conversando, documentando toda la información que obtenía tratando de llegar al origen de la desigualdad que veía en cada una y observando la forma en que se comportaban. De esa manera, Isidora Aguirre, volvía a su hogar y se volcaba a escribir desde una imagen cercana, sin estereotipos, mostrando la realidad de la pobreza chilena.
En el año 1960 fue invitada por Eugenio Dittborn, del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, a participar en la creación de una comedia musical sobre las pergoleras de Santiago y sobre la lucha que dieron para que no les quitaran su lugar de trabajo en la Pérgola de las flores, que se ubicaba en la Alameda.
Alejada de ese momento histórico y sin saber nada de pérgolas, Isidora Aguirre acepta este desafío y comienza a investigar sobre la música de la época y la forma en que los chilenos se comportaban por esos años. Además, leyó sobre el caso y conoció a las pergoleras. Poco a poco fue reuniendo las piezas que culminaron en La pérgola de las flores: una propuesta llena de humor, música, identidad chilena y que daba cuenta del conflicto entre el poder y los marginados. Esta creación es la obra chilena montada más veces en la historia del teatro nacional y sigue siendo llevada a escena hasta el día de hoy.
En la década del 60 Chile pasaba por grandes transformaciones e Isidora seguía incansable en la búsqueda de mostrar la lucha y realidad de los sectores marginados del país. A través de su dedicado estilo de investigación y profundo trabajo en terrero escribió diversas obras que mostraban la vida de miles de personas que eran explotadas y discriminadas por su clase o muchas veces por su etnia.
Nacen así textos que visibilizaban la vida de sectores populares y excluidos como Los papeleros, que se entrenó en 1962 bajo la dirección de Eugenio Guzmán y se basó en la vida de trabajadores cartoneros, que vendían el material que recolectaban por una pequeña suma de dinero con la que les era imposible subsistir. En 1969, en tanto, se estrenó Los que van quedando en el camino, obra que se basó en la masacre de campesinos mapuche ocurrida en 1934 en la zona de Ranquil y Lonquimay.
Motivada por su compromiso político y social, se incorporó a la campaña de Salvador Allende con la realización del Teatro Experimental Popular Aficionado (TEPA) en los años 70. El taller era dirigido a sectores populares e Isidora se encargó de entregar herramientas a los y las participantes para dialogar en torno a la desigualdad que sufrían y sus problemas, para posteriormente escribir sus propias obras de teatro sobre ellos y actuarlas en presentaciones en sus barrios.
Se mantuvo escribiendo diversas obras durante esa época, entre ellas, Quien tuvo la culpa de la muerte de la María González; Historias de la JJCC (dirigida por Víctor Jara); En aquellos locos años veinte; La Desideria en el cielo; Amor a la africana y Los juglares.
Con la llegada de la dictadura militar, Isidora Aguirre perdió a muchos de sus amigos, amigas y espacios de trabajo. Gran parte de sus compañeras y compañeros que se desempeñaban haciendo teatro fueron detenidos, algunos desaparecieron, fueron exiliados y en otros casos también murieron. Ella no fue ni detenida ni exiliada ni menos asesinada. Isidora cuenta que fue su obra La pérgola de las flores la que la protegió y la mantuvo en Chile relativamente segura. Sin embargo, mucho más sola y sin el proyecto político en el que ella confiaba y por el cual luchó desde su teatro cargado de contenido político, tuvo que dejar de crear.
Continuó creando en la década de los 80 y se destacó por su obra ¡Lautaro! Epopeya del pueblo mapuche en el año 1981, que nació a raíz de la petición que le hizo un amigo mapuche de crear una pieza dramática sobre su pueblo. La obra, que fue estrenada en 1982, reconstruyó la relación entre Lautaro y Pedro de Valdivia como la de dos personajes unidos por un sentimiento de admiración, cuyo vínculo se quiebra tras la rebelión mapuche. Para preparar la escritura de este guión, Isidora Aguirre compartió entre 1978 y 1980 con familias mapuche de Chol-Chol, Lonquimay, Puerto Saavedra, Lago Ranco y Mehuín, con la intención de captar aspectos de su vida cotidiana.
La década también vio nacer Retablo de Yumbel, texto que se compone de tres historias narradas en paralelo: por un lado, la vida de San Sebastián ─santo venerado en Yumbel─, la persecución de los cristianos bajo el Imperio Romano y, por último, el hallazgo de 19 cuerpos en el cementerio de Yumbel en 1979 que correspondían a detenidos desaparecidos y ejecutados por la dictadura. Esta arriesgada obra, estrenada en 1986, recibió el premio Casa de las Américas en 1987.
En adelante siguió creando nuevas piezas teatrales hasta los últimos años de su vida, entre ellas destacan Tía Irene, yo te amaba; El adelantado don Diego de Almagro y ¡Subiendo…último hombre!, una obra sobre el cierre de las minas de carbón en Lota.Isidora Aguirre escribió además numerosas novelas, actividad que le ha significado ser considerada entre las candidatas al Premio Nacional de Literatura, en virtud de sus méritos literarios, su trabajo teatral y su posición de mujer pionera en la promoción de la dramaturgia nacional.
La destacada y recordada dramaturga le dedicó 50 años de su vida al teatro, hasta su fallecimiento en Santiago, el 25 de febrero del 2011, a los 91 años de edad.
El centenario del natalicio de la artista contará con un homenaje que comenzará con un acto oficial en la Universidad de Santiago (Usach) el 22 de marzo, día en que la familia entregará los archivos físicos al Archivo Digital Isidora Aguirre. Serán más de 30 mil documentos entre fotos, manuscritos, cartas y libretas que se expondrán en octubre en el GAM y en regiones, con apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Conversatorios sobre su obra y un montaje a cargo de Samantha Manzur y Andreina Olivari que tratará de indagar en su vida y en su método de investigación, se sumarán a los homenajes.
Revisa en el siguiente video de Teatroamil.tv una entrevista Isidora Aguirre realizada en el marco de los 200 años del teatro chileno.