29.3.2018 | None
Leonardo González: “En Chile ser nana no tiene límites, no se sabe la diferencia entre esclavitud y trabajo remunerado”
Por Constanza Rifo Ahumada
Nanas es una obra de la compañía Interdam, escrita por Leonardo González y dirigida por Ana López Montaner, que expone la vida de las asesoras del hogar a través de cinco mujeres que provienen de Ecuador, Perú, República Dominicana y Chile. El montaje transita por las emociones y anhelos de las cinco mujeres que tratan de sobrellevar la lejanía con sus hijos, la opresión de sus patrones, entre otras situaciones que se desarrollan en la clave del humor negro, con la interpretación de las actrices Claudia Cabezas, Sofía Scharager, Ignacia Aguero, Nicole Waak y Francisca Mendoza.
El montaje es producto de una investigación realizada por el dramaturgo en la Parroquia del Inmigrante ubicada en las cercanías del Parque Bustamante, lugar en el que González decidió acercarse a un grupo de asesoras del hogar que se reunía cada domingo terminada la misa, y sin entrevistas ni grabaciones de por medio, logró empaparse de la realidad de las trabajadoras del hogar chilenas e inmigrantes.
“Yo estaba buscando algo, no es que yo viera algo y ese algo me llevara a escribir. Yo fui a la iglesia con la intención de encontrarme con eso que intuía, no fue casual. Luego recuerdo que no era sólo fuera de la iglesia donde se producía el diálogo con las nanas, era también dentro, me acuerdo precisamente de que la misa era donde más me emocionaba la situación del inmigrante, porque era ahí donde se producía la catarsis o la experiencia de fe y religión, acompañada de profundas confesiones y reflexión”, comenta el dramaturgo.
Leonardo González escribió Nanas en 2012, sin embargo, la obra se estrenó el año pasado en el IATI Theater, Nueva York, ciudad en la que reside actualmente. Contra todo pronóstico, debido al reiterado uso de “chilenismos”, la obra fue recibida con mucho éxito en Estados Unidos. De hecho, su estreno coincidió con un contexto socio-político del país bastante agitado, en el que Donald Trump asumía la presidencia con un marcado discurso en contra de la inmigración.
Sobre el contexto del estreno, González recuerda que “La recepción de la obra fue muy emotiva porque Trump estaba diciendo que éramos todos una serpiente que venía a moverse en esta sociedad blanca e invadirla con su delincuencia y malas conductas. En la obra, esa serpiente se planteaba como algo mucho más emotivo y amable. La contradicción entre el discurso de la hegemonía y el discurso de la obra, generaba en el público una reacción muy positiva, la gente notaba que era un discurso que había que proteger”.
Cuando se escribió Nanas, el tema de la inmigración no se hablaba tanto en nuestro país, por lo tanto González asegura que no fue una respuesta a este “boom”, más bien buscaba hablar de tópicos que no se estaban tocando, pero principalmente quería relatar las distintas sonoridades del uso del español que pudo evidenciar en su acercamiento a la realidad de estas mujeres, que siendo chilenas, haitianas o ecuatorianas habitaban un espacio en común y se entendían en sus diferentes formas de expresión.
“Trabajé siempre con la idea de que cada una representara un lugar y una emoción distinta, porque el sentir ecuatoriano es distinto al chileno y se mueve de otra forma. Yo creo que lo que debería aportar la obra, y no lo logra, es esa riqueza de los usos del español, esa fue una primera búsqueda, y la segunda fue el entendernos como un continente con mucha diversidad”.
No es lo mismo que a este grupo se acerque una mujer a que lo haga un hombre, pero yo tuve, como muchos chilenos, la experiencia de tener nana. No tuve sólo una, sino más que una, entonces si bien es una profesión que mayoritariamente ejercen las mujeres no era ajena a mi realidad, era una profesión de la que fui testigo directo. Desde ese saber y ese conocimiento me acerqué, no es un lugar que no entiendo, de alguna manera con el conocimiento previo como hombre siento la inquietud de preguntar y siendo franco, nunca sentí una diferencia o condicionante por mi género, éramos personas compartiendo.
Fue doloroso porque me duele el trabajo de las nanas, me duele por una cuestión personal, porque es un trabajo muy digno y que muchas veces no se aprecia, se maltrata, se descuida y así mismo me duelen muchos otros trabajos en los que las personas utilizan su cuerpo al servicio de un otro que se mantiene un poco estático porque no tiene aspiración de mejorar, entonces se naturaliza. Hablo del dolor porque es ese lugar del abandono, se queda sola en la casa trabajando, y por otro lado la posible vida que pudo tener. También es doloroso en el sentido de que es un trabajo que no tiene mucho límite, no se sabe muy bien la diferencia entre la esclavitud y el trabajo remunerado. Esta cosa de que la gente diga naturalmente MI NANA dice mucho, porque el “mi” es posesivo y “nana” es una palabra curiosa, tiene una cosita entre cariñosa y despreciativa.
Claro, para ser franco yo no conozco la realidad de este trabajo como la gente que estudia el tema a nivel sociológico y conoce la realidad de las nanas en toda Latinoamérica, pero si he distinguido una diferencia en los lugares donde yo he vivido fuera de Chile y es que hay un trato distinto. La diferencia más grande que yo he visto desde EE. UU. es que, si bien son capitalistas y representan al individualismo, ser trabajadora de casa particular es mucho más esclavizante en Chile, porque a pesar de que el discurso es que todos somos hermanos y queremos al amigo cuando es extranjero, eso no se representa a la hora de tener buenas condiciones de trabajo. Por ejemplo, en EE. UU. está considerado como un trabajo en el que sólo se hace el aseo o sólo se cuida a los niños, no existe esta figura que lo hace todo y eso se entiende culturalmente, es curioso que en Chile esté esa nana que hace todo y además vive en la casa. Lo que quiero decir es que me impresiona como Chile se posiciona como una sociedad más abrigadora y está mucho más cercana a la esclavitud.
Siempre quise participar porque era una manera muy abrigadora de pertenecer a una comunidad, sobre todo no pudiendo ejercer mi trabajo en Chile. Fui seleccionado para participar de la experiencia del Royal Court, y fue curioso porque a mí me costó mucho conectar con el estilo de escritura que se promueve, tengo una manera de escribir que es muy rebelde, yo trato siempre de encontrar un lenguaje muy propio y mezclar los géneros y romper la regla, lo cual está muy mal, es algo con lo que yo lucho y justamente el Royal Court me dijo “estas son las reglas sagradas que no puedes romper” y yo peleé peleé y peleé con eso, pero después lo agradecí un montón, porque me di cuenta de que el día que yo quiera romper algo tengo que saber volver a ese algo, porque es la tensión entre esa tradición y la ruptura de la regla lo que puede generar cosas interesantes. Siempre es un diálogo entre la tradición y el intento de romperla.
Yo soy discípulo de Juan Radrigán y él era anti reglas, entonces para mí fue muy interesante ver que hay toda una escuela que viene de esa tradición inglesa que se plantea fuertemente. Radrigán me decía que lo único que nos tenía que importar al escribir era pensar que nos íbamos a morir mañana y Nanas la escribí intuitivamente, entonces fue un proceso desafiante y lo agradezco muchísimo.
Estoy trabajando en la obra para Royal Court que tengo que entregar en abril, pero además estoy trabajando en un proyecto nuevo sobre la inmigración en Nueva York que es un cruce entre la vejez y la juventud en el caso de dos inmigrantes, uno caribeño y otro chileno. Estoy haciendo un teatro que se acerca con idea de auto ficción y lo voy desarrollando junto con Sergio Blanco (director y dramaturgo uruguayo). Este proyecto debería presentarse el próximo año.
Además, con la compañía “La Calderona” vamos a estrenar una obra en Villa Grimaldi, que hemos trabajado desde el 2016, es un texto en el que trabajé como dramaturgo, sobre la relación entre Federico García Lorca y sus personajes femeninos desde la condición de detenido desaparecido, una obra que transita varios espacios de Villa Grimaldi.
Nanas se presenta del 5 al 22 de abril en Matucana 100, de miércoles a sábado a las 20hrs y puedes adquirir tus tickets ACÁ.
Fotografías por Valeria Videla
Ficha artística: