12.10.2015 | None
Mi hijo sólo camina un poco más lento: teatro compartido
El boca en boca imparable de Mi hijo sólo camina un poco más lento (una pieza croata) no puede explicarse simplemente a través de una lograda dramaturgia o una impecable dirección. El público, la crítica y los pares concuerdan: la potencia de esta obra se sostiene en su grupo de once actores.
Aldo Alessandrini, Antonio Bax, Luis Blanco, Elsa Bloise, Paula Fernández Mbarak, Pilar Boyle, Clarisa Korovsky, Romina Padoan, Juan Andrés Romanazzi, Gonzalo San Millán y Juan Tupac Soler conforman este grupo de compañeros, colegas y confidentes. De diferentes generaciones, trayectorias y registros teatrales, el resultado es una mezcla de talento y profundo amor por lo que hacen.
Con una puesta en escena sutil en detalles y soportes escenográficos, los actores son el elemento central del montaje. A través de ellos la historia habla. Son sus cuerpos en movimiento, sus miradas y sus gestos los que van tejiendo la trama de una familia marcada por el silencio.
El fuerte compromiso emocional de los actores desborda la escena para conectar con los espectadores. Un especial pacto de mirada se genera desde el primer momento cuando Elsa Bloise, quien interpreta a la abuela, da la bienvenida y nos cuenta que, si llega a olvidar algún texto, ahí estarán sus compañeros para ayudarla. Y resulta que no olvida nada, pero sus compañeros siguen ahí susurrándole al oído, como el más sutil ejercicio de compañía.
Muchos de ellos venían trabajando juntos en un montaje anterior de Cacace, A mamá –“una versión muy bizarra de la Orestíada de Esquilo”, en palabras del director–, y el resto se fue uniendo después. “El elenco, esta familia enorme que somos, surge entre todos”, cuenta Romina Padoan. Cada ensayo, cada función, cada aplauso lo disfrutan como algo único. Como dice Luis Blanco: “es imposible no vivirlo así, porque este grupo que tenemos es una maravilla, ya por sólo eso vale la pena estar acá”.
¿Cómo fue enfrentarse a esta pieza croata?
Romina Padoan: Siempre lo vimos como un texto muy cercano, nunca le vimos una frontera. Podría ser perfectamente un texto argentino, chileno, de cualquier parte.
Clarisa Korovsky: La historia y el texto tienen cierta universalidad. Siempre me pregunto dónde está el lado croata de la obra, y tal vez esté sólo en lo anecdótico de los nombres de los personajes y nada más.
El montaje despoja la escena de ciertos elementos y se centra en el trabajo de los actores. ¿Cómo llevaron este proceso a la práctica?
Paula Fernández Mbarak: Si ves las puestas de Guillermo (Cacace), siempre los actores están vivos. No sé si la intención primera de Guillermo fue despojar del todo y que sólo estuviese eso. Lo que sí es seguro, es que el día que leímos juntos el texto por primera vez terminamos todos desarmados, llorando, muy emocionados. Entonces él dijo que lo importante acá era no desarmar eso, no armar algo, sino que eso que acababa de pasar siguiera pasando. Me parece que ese es el espíritu de la obra.
Antonio Bax: La idea era conectarnos cada vez más entre nosotros, y ver qué nos pasaba con el material, con la obra, con la palabra.
Clarisa Korovsky: Los artificios, las cosas que te ayudan y complementan también invitan a pensar qué pasa si falta eso. Aquí se hace hincapié en lo más simple, que son los cuerpos en escena y el encuentro entre nosotros.
Con entradas agotadas hasta 2016, ¿qué les parece el “fenómeno” que se ha generado con la obra?
Romina Padoan: Ay, esa pregunta nos la hacemos un montón y es difícil de responder. Creemos que es la humanidad y a la red que armamos entre todos.
Aldo Alessandrini: Yo creo que logramos transmitir lo que nos pasó en la primera lectura. Esa emoción que tuvimos creo que la gente la siente y sale conmovida en cada función.
Gonzalo San Millán: Sinceramente no sabría cómo definir un fenómeno teatral, no me entra mucho en la cabeza y lo relaciono más con Corrientes (la famosa avenida porteña), con productores y ese tipo de cosas. Sí me parece que con la poética que se crea aquí, con los actores, el texto y el espacio, ocurre algo que excede lo que es el teatro. Es algo que no puedo explicar. Cómo estamos nosotros colocados, cómo está el público, las miradas que se generan, todo hace que por momentos uno no sepa bien qué pasa. Para mí es totalmente emocionante. La gente queda paralizada. Vos lo viste ahora, termina el espectáculo y nos quedamos todos, no diciendo nada. Simplemente, somos esto.
Pilar Boyle: Bueno, capaz esta obra abre otro nuevo sentido de lo que podría ser una experiencia teatral.
¿Hay una conexión especial con el público?
Paula Fernández Mbarak: En una función tuvimos dos chicos con capacidades diferentes, porque a sus mamás les habían dicho que era imprescindible ver esta obra, y salieron totalmente agradecidas. Algo le estamos devolviendo a la gente más allá del ego del actor. Me conmueve pensar que podemos ayudar a alguien a transitar su dolor de distinta manera, que el arte sirva para eso.
Antonio Bax: Es muy loco ver cómo el público se está emocionando, y uno tiene que controlar eso, porque si no, nos ponemos todos a llorar y chao. Estamos en continua fricción emocional con el público.
Juan Tupac Soler: No hay una separación en que decís “yo soy el actor y vos sos el público”, sino que hay un momento en que vos y yo somos lo mismo. Renunciamos a los típicos roles y nos encontramos como humanos, con nuestras miserias.
Luis Blanco: No encontramos una barrera en el medio, no la hay.
Antonio Bax: Sí, aquí la cuarta pared desapareció.
En la obra, como ahora en esta conversación, emerge un fuerte sentimiento de colectividad. ¿Cómo trabajan eso?
Juan Tupac Soler: Guille (Cacace) lo decía el otro día. En Buenos Aires hay mucho teatro exhibido, y esto es teatro compartido. Es una sutil diferencia, pero que termina siendo enorme.
Clarisa Korovsky: Se podrían decir muchas cosas sobre esta ciudad tan grande, tan alienada, con una cotidianidad tan violenta… pero acá lo que proponemos es: bueno, paremos un ratito y tratemos de mirarnos, de registrarnos y ver qué nos pasa.
Juan Tupac Soler: Es un lugar de encuentro de todos. De nosotros y de ellos.