La Flauta Mágica de Antú Romero: Cuando la realidad supera a la ficción
Julieta Venegas, Guillermo Calderón, Horacio Salinas y Antú Romero, juntos en un montaje. Al leerlo pareciera ser algo así como “la clave del éxito” (y quizás lo es), pero, ¿cómo confluyen estos artistas cuando están trabajado a distancia? ¿Cómo se juntan sus trabajos artísticos en función de una obra como La flauta mágica? Antú Romero Nuñes los reúne bajo su dirección, para sorprender con un trabajo multicultural, multidisciplinario y muy contingente.
Constanza Rifo
Antú Romero Nuñes, considerado una de las grandes revelaciones del nuevo teatro germano, ganador de múltiples premios e invitado a trabajar en el Berliner Theatertreffen en 2018, llega a Santiago a Mil con una adaptación libre y contemporánea de La flauta mágica, que toma como base el libreto escrito por Emanuel Schikaneder y le suma una nueva música, compuesta por el artista nacional Horacio Salinas. Estrenada en 1791 y considerada la ópera más popular de Mozart, es una obra que combina folclore alemán, fantasía y una lectura que da para múltiples interpretaciones, que van desde un cuento de hadas hasta una historia con varias simbologías masónicas. En esta oportunidad, la mezcla de paisajes culturales latinoamericanos se tomarán este clásico, para reversionarlo y convertirlo en una atrevida relectura con canciones escritas por Julieta Venegas y un guion adaptado por Guillermo Calderón.
“Esta reinterpretación es el sueño de una niña que se está muriendo, que también, con toda la mística masónica de Mozart, tiene mucho que ver con esto de morir y renacer. Se trata de una fantasía —también se puede entender políticamente como que la niña es el país—, pero lo más importante creo que es la frase: ‘Si tú violas algo o a alguien una y otra vez, esa persona va a desaparecer y tú te vas a quedar solo en un desierto’. Digamos que La flauta mágica es como un cuento para niños que no es para niños. Como Guillermo Calderón dice, ‘es el horror libre’” comenta Antú Romero.
“Del encuentro entre el texto de Guillermo, las letras de Julieta y la música mía, creo que ha nacido un fenómeno artístico bastante contundente. Eso es muy bonito, porque habla de que algo que imaginó Antú está funcionando”
–Horacio Salinas
Músico y compositor
Guillermo Calderón está convencido de que este grupo multidisciplinario tras la adaptación de La flauta mágica tiene su propio Mozart: Horacio Salinas. Pensar en él como el encargado de la música, es situar a esta obra inmediatamente desde otro lugar, desde otro universo creativo; una decisión que para nada fue dejada al azar. Antú Romero, hijo de madre chilena y padre portugués, creció en Alemania escuchando la música de Inti Illimani, y formó su identidad revuelta de referentes entre los que, sin duda, figuraba Horacio Salinas, con quien improvisó durante cinco días en Chile, para luego seguir trabajado a la distancia. Un proceso creativo que, según Antú, le ha permitido entender qué tiene él de latinoamericano, qué lo sorprende, qué se le hace familiar y qué no.
“Si uno quiere hacer La flauta mágica de una manera nueva hay que reinterpretar la música completa. Esta obra nunca fue pensada como ópera de la alta cultura, siempre fue para el pueblo, fue popular, y eso es lo que hace Horacio también, componer bien su música, pero que siga siendo música popular” agrega Romero.
Por su parte, Salinas adelanta: “La música está formada por trece temas que son canciones; otros son instrumentales, pero donde se destaca el tango, la habanera. También hay una baguala, un guaguancó, ritmos que son huapango mexicano, tonada chilena, todo un abanico de ritmos característicos de nuestro continente”.
Y si bien Horacio Salinas se encarga de la música, es Julieta Venegas quien viste su trabajo con un traje “muy elegante y ajustado”, como dice el compositor, con letras muy apropiadas y que han sabido responder a las necesidades de la obra y los ensayos. La metodología de trabajo ha sido sencilla: ella cuenta con las partituras de Salinas y el guion de Guillermo Calderón, mientras que Antú Romero le manda fotos y videos de los ensayos e ideas que surgen ahí mismo, para que ella, desde Buenos Aires, vaya creando las letras de las canciones.
“Esta es la primera vez que estoy de letrista exclusivamente. Es diferente a trabajar la parte instrumental-Nunca había hecho solo letras y me encanta, porque me gusta mucho escribir canciones y esta es una manera distinta de participar en un proyecto así”, comenta Julieta Venegas.
Horacio Salinas agrega: “Trabajar con Antú, Guillermo y Julieta Venegas ha sido un desafío notable. Nos juntamos en marzo con Julieta Venegas, una artista que estimo muchísimo, y claro, nunca me he juntado con Calderón, sin embargo, del encuentro entre su texto y las letras de Julieta y la música mía creo que ha nacido un fenómeno artístico bastante contundente. Eso es muy bonito, porque habla de que algo que imaginó Antú está funcionando y eso es un gran valor de todo este trabajo” comenta el músico, que viajó a Alemania para participar de algunos ensayos justo el 18 de octubre.
Entender lo que pasa en este momento en Chile no es tan sencillo estando afuera, pero es claro que la coyuntura social y política no ha dejado a nadie indiferente. ¿Cómo se modifica el arte en una situación así? ¿Podía esta obra no verse totalmente afectada por el estallido social? Quizás no es posible. El proceso creativo de La flauta mágica, que está sucediendo en este momento, ha tomado esto como una fuente de inspiración y reflexión fundamental para el desarrollo del montaje.
“Estamos acá y es super difícil no estar en Chile; uno no sabe qué hacer, no estás ahí, no puedes tirar las piedras, entonces uno por lo menos quiere ponerlo en la obra.”
–Antú Romero
Director
Antú Romero tiene una metodología particular para crear. Su obra emerge del ensayo, y lo interesante de esto es que obliga a que tanto el guion como las letras de las canciones vayan cambiando sus direcciones en la medida en que algo nace del escenario. Acá todos improvisan. El elenco multicultural que compone esta obra no ha quedado ajeno a lo que pasa en Chile, y eso ha permeado de manera importante el trabajo de ensayo y, por lo tanto, también de quienes escriben.
Para Guillermo Calderón, esta forma de trabajar es lo que más le llama la atención. “Es muy interesante, porque mi rol en la escritura es una provocación; voy proponiendo ideas, él las selecciona, las lleva a ensayos, luego dirige mi escritura y propone cosas, es una escritura que se va adaptando a las necesidades de él como director y al ensayo mismo, lo que va necesitando el elenco. Me gusta porque voy trabajando como un colaborador de la visión que él tiene para llevar la obra en la dirección que debe ir”.
El teatro pareciera siempre ir después de los procesos históricos: se tiene una idea a partir de algo que pasó, se ensaya y se muestra después, pero en este caso la realidad superó a la ficción. Es primera vez que Antú Romero se enfrenta a estar en contacto directo con lo que pasa, y de alguna manera todo esto se retrata en la obra.
“El estallido social en Chile ha influenciado demasiado, porque Guillermo había escrito una parte que me llegó un día antes de que empezara a estar claro que esto iba a ser más grande que solo una manifestación por el metro, y todavía no estaban todos los textos, entonces empezamos a hablar de lo que yo había visto de Chile- El neoliberalismo siempre me asombró, nunca entendí cómo se puede vivir así. Estamos acá y es super difícil no estar en Chile; uno no sabe qué hacer, no estás ahí, no puedes tirar las piedras, entonces uno por lo menos quiere ponerlo en la obra. Hay mucha rabia en este trabajo y mucho humor”, comenta el director.
El montaje hoy está recorrido por una urgencia contemporánea, que cuenta una historia de esta época inspirada en la contingencia. Ser creativo pareciera ser un desafío para aquellos a los que les duele Chile y su sistema tan injusto hoy en día. Para este equipo el arte se hace urgente, el rol que tiene de transformar la vida de las personas es fundamental y no tienen dudas de que en enero Chile seguirá despierto.
“Como la obra fue creada principalmente a partir de octubre, necesariamente iba a estar informada por lo que está pasando en Chile ahora. Ha sido un proceso un poco difícil y doloroso por el tema que tratamos, que es cómo conectar esta historia libre y muy entretenida con la dirección de Antú, quien trabaja creando la obra desde el escenario. Todos esos factores se han mezclado, pero la emoción que organiza todo es la emoción que sentimos por lo que está pasando. Ha sido un proceso muy intenso y muy especial. Este es un elenco internacional que está ansioso de ver cómo se va a recibir la obra en Chile. Creo que en enero va a seguir muy vivo lo que pasa en nuestro país y qué bueno que así sea”, agrega Calderón.
Para Julieta Venegas, hoy el rol del arte es fundamental. “La expresión artística es importantísima ahorita, porque puedes mover las emociones de la gente, y me parece que, en este caso, en La flauta mágica, todo esto sí está teniendo influencia en el resultado final del musical, influye en las letras, obviamente, y en ese sentido hay muchas emociones dando vuelta para todos los que participamos del proyecto. Sí me parece un momento muy importante para la expresión artística y todo lo que podamos comunicar en lo que escribimos, quienes lo estamos haciendo”, dice.
La flauta mágica llega a Chile para Santiago a Mil 2020 completamente empapada de lo que hemos vivido en este mes de movilizaciones- Un arduo trabajo para el director, que sufre, al mismo tiempo que los que los estamos acá, la situación que enfrenta el país. El valor del arte en este caso no podría ser más evidente, la necesidad de adaptarse a los contextos y saber conducir el trabajo de un equipo tan grande en función a emociones ineludibles, es lo que hace de este montaje un ejercicio profundamente sensible e imperdible.