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Columna de opinión de Agnieszka Bozanic, presidenta Fundación Geroactivismo: "La participación cultural de las personas mayores como una herramienta de lucha contra el edadismo"


Por Agnieszka Bozanic Leal
Psicogerontóloga Universidad de Barcelona
Presidenta
Fundación GeroActivismo

La cultura es considerada como «el conjunto de características distintivas espirituales, materiales, intelectuales y emocionales de una sociedad o grupo social que abarcan no solo el arte y la literatura, sino estilos de vida, formas de vivir juntos, sistemas de valor, tradiciones y creencias» (Unesco, 2014, p.11). Es por esto por lo que la cultura desempeña un rol fundamental en la construcción y consolidación de las bases de la cohesión e inclusión social, e influye en el bienestar individual y colectivo de la población (Observatorio Social La Caixa, 2018). En su esfera personal, la participación cultural aumenta la creatividad, aumenta la felicidad, mejora la salud y favorece el crecimiento personal. Desde lo colectivo, la cultura contribuye a la construcción de sociedades plurales, reflexivas e inclusivas (Observatorio Social La Caixa, 2018).

De ahí la importancia de asegurar la participación efectiva e igualitaria de todas y todos las/os ciudadanas/os en la cultura. La participación cultural se entiende como aquella participación en toda actividad que represente un modo de aumentar la propia capacidad cultural, informativa y capital, que ayude a definir la identidad o permita la expresión personal (UNESCO-UIS, 2006). Estudios señalan que contribuye fuertemente a la calidad de vida, pues está asociada a una mayor confianza en sí mismo, una mayor sensación de logro, éxito, orgullo; y aumento de la autoestima, autovaloración, y dignidad (Brown, 2004).

Agnieszka Bozanic Leal, Presidenta Fundación Geroactivismo


Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos la cultura es un derecho. Se estipula el derecho «a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar del progreso científico y en los beneficios que de él resulten» (Art. 27, Declaración Universal de Derechos Humanos, 1948). Sin embargo, los datos de la Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural (ENPCC) del año 2017 muestran que se mantienen fuertes brechas etarias, a pesar de que la Convención Interamericana sobre la protección de los DDHH de las Personas Mayores (CIPDHPM, 2017), tratado internacional del cual Chile es país miembro, consagra el acceso preferencial de la persona mayor a los bienes y servicios culturales, en los formatos y las condiciones que sean más asequibles, pues la persona mayor tiene derecho a participar en la vida cultural y artística de la comunidad.

Las personas mayores presentan un consumo cultural bajo, es decir, un acceso más bajo a los bienes y servicios culturales. Se observó un mayor consumo de ópera (2,7%) y la música clásica (5,6%) en comparación con el total de encuestadas y encuestados, pero una menor proporción de consumo cultural de teatro (7,8%), danza (12%), música actual (12,7%), cine (12,6%), exposición de arte (9,1%), compra artesanía (23,8%), circo (5,6%), asistencia a museos (11,2%), asistencia a centro cultural (9,9%), asistencia a biblioteca (6,5%) (ENPCC, 2017). Se constataría, entonces, que la edad es un factor clave a la hora de hablar de participación cultural.

Promover una participación cultural activa de las personas mayores permitirá poner término a aquellos cansinos discursos homogeneizadores y tecnócratas que reducen la cuestión del envejecimiento, vejez y la edad como un problema demográfico, económico y sanitario.

Agnieszka Bozanic Leal
Presidenta Fundación Geroactivismo

En este contexto desigual, las instituciones como Fundación Teatro a Mil y su programa Al Teatro en su 3ra versión, cobran un papel crucial en la promoción de los derechos culturales de las personas mayores, fomento de la participación cultural; la ampliación y garantía de un acceso más democrático a la cultura, a través de una descentralización etaria, en definitiva, una inclusión en la cultura, lo cual favorece el empoderamiento de las personas mayores.

El empoderamiento se entiende como la toma de conciencia de las propias potencialidades. Son aquellas habilidades que permiten tomar responsabilidad sobre las propias decisiones para el control diario de la vida y que tienen fuerte influencia tanto a nivel personal como social (Iacub, Arias, 2010). Los beneficios a nivel individual son mayor confianza personal en las propias capacidades y el poder para tomar decisiones y actuar. Además, promueve el bienestar, los hábitos saludables y las relaciones sociales. El tomar el control de la propia vida aumenta la autoestima, por lo cual facilita ser reconocidos como sujetos de derechos activos (en vez de objetos de caridad y protección pasivos), convirtiéndose en agentes de cambio para sus propias vidas, colectivo y sociedad en general (Iacub, Arias, 2010).

A nivel social, el promover una participación cultural activa de las personas mayores permitirá poner término a aquellos cansinos discursos homogeneizadores y tecnócratas que reducen la cuestión del envejecimiento, vejez y la edad como un problema demográfico, económico y sanitario con la consiguiente reproducción del imaginario social sesgado de carga tanto familiar como estatal. En definitiva, contribuirá con la abolición de la discriminación por motivos de edad –edadismo–permitiendo transitar hacia una mirada positiva del envejecimiento, vejez y edad, formando sociedades más inclusivas con todas las edades (Gil-Calvo, 2004).

En conclusión, la participación cultural tiene beneficios directos tanto para las personas mayores como para la sociedad. Es un círculo virtuoso que se debe tendenciar. Para esto, urge promover el derecho a la participación en la vida cultural de las personas mayores, mediante la creación de políticas públicas serias que abran posibilidades reales de participación bajo el principio de no-discriminación, con un enfoque de género y derechos humanos. Para que la cultura sea accesible e inclusiva con todas las personas, inclusive con las mayores. Menos edadismo, más inclusión y GeroActivismo.

Referencias

Brown, A. S. (2004). The Values Study: Rediscovering the Meaning and Value of Arts Participation. Hartford, CT, Connecticut Commission on Culture and Tourism. Consultado en: http://wolfbrown.com/images/articles/ValuesStudyReportComplete.pdf

UNESCO-UIS (2009). The 2009 UNESCO Framework for Cultural Statistics. Montreal: UNESCO Institute of Statistics. Consultado en: http://uis.unesco.org.

UNESCO (2014). Cómo medir la participación cultural. Consultado en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000226337

Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). Consultado en: https://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/

Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (2017). Consultado en: http://www.oas.org/es/sla/ddi/tratados_multilaterales_interamericanos_a-70_derechos_humanos_personas_mayores.asp

Encuesta Nacional de Participación y Consumo Cultural (2017). Consultado en: https://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2018/03/enpc_2017.pdf

Observatorio Social La Caixa (2018). Participación cultural y bienestar. ¿Qué nos dicen los datos?. Consultado en: https://observatoriosociallacaixa.org/documents/22890/112710/Observatorio_Social_laCaixa_Dossier-4_esp.pdf/4cf1940b-f2d9-cb39-7054-37c6bf22c367

Iacub R, Arias CJ. (2010). El empoderamiento en la vejez. Journal of Behavior, Health & Social. 2(2):25-32. Consultado en: https://www.redalyc.org/pdf/2822/282221720003.pdf.

Gil-Calvo, DE. (2004). La última Bastilla: de cómo luchar contra la discriminación de los mayores. Consultado en: https://www.hartuemanak.org/wp-content/uploads/2015/11/Publicacion2.pdf


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