Los despertares de Marín: ¿Qué le diría Gladys Marín al Chile de hoy?
Esta semana se estrenó en Matucana 100 la obra Los despertares de Marín, montaje de la compañía Teatro Sin Dominio, centrada en la figura de la fallecida líder comunista, Gladys Marín. Horas antes de su estreno, conversamos con Bosco Cayo, quien sin nervios y desde la comodidad de su hogar, reflexiona sobre esta nueva creación.
Por Constanza Rifo
Hace sentido traer a Gladys Marín hoy al escenario, la profesora y dirigente política del partido comunista que fue un referente para muchas mujeres de nuestro país, bueno, para el país en general. Hoy Teatro Sin Dominio revive sus más fervientes discursos haciéndolos dialogar con la actualidad y a través de la ficción, lograr entrar en su mundo más privado. ¿Qué le diría Gladys Marín al Chile de hoy?
Dirigida por Bosco Cayo (El Dylan, Plan Vivienda), la obra muestra a una mujer que en plena psicosis suicida cree ser Gladys Marín. En paralelo, un confundido joven comunista cuestiona su militancia y el encuentro de estos personajes, frente a la sede del partido en Calama, genera las tensiones que dan vida al montaje que no busca ser una autobiografía de Marín, pero sí traer su potente discurso a dialogar con el contexto del Chile actual, en el que reina una desconfianza hacia las instituciones y la clase política.
“No queremos hacer una biografía de la Gladys, ocupamos elementos de ella y de sus discursos −que es donde está la clave− para ponerlos en tensión en otro cuerpo que es otra mujer. No tenemos un afán biográfico, pero lo interesante es que en su propio discurso no es la Gladys, sino que son cosas concretas, que conforman un pensamiento ideológico ante nuestro presente”, explica su director.
Frases como “acá van mujeres, aquí va la diversidad de género, está expresada muy bien por la gente que va acá” y “está clarÍsimo yo no voy a llegar a La Moneda, además no me imagino en La Moneda”, son las que dice Gladys Marín en el Tren de la victoria, que la llevó a recorrer en 1999 desde Santiago al sur del país, difundiendo su proyecto político en el marco de campaña presidencial. Este registro audiovisual y las historias de Pedro Lemebel junto a “la diva de la jota”, tal como llamaba dicho escritor a la líder comunista en el libro que dedicó a narrar sus andanzas (Mi amiga Gladys), son parte de las inspiraciones de Bosco Cayo para llevarla hoy al escenario.
Discursos extraídos de noticias y redes sociales se mezclan con la vida de la máxima referente de la izquierda de los 80 y 90, interpretada por las actrices Verónica Medel, April Gregory y Alejandra Oviedo. Un reparto que se completa junto a Jaime Leiva y Felipe Zepeda.
“Siempre tuve ganas de escribir una obra en torno a la figura de Gladys Marín, como que era un pendiente porque siempre dije que quería hacer algo con ella, me parece una líder muy consecuente y clara, también fue la primera figura mujer que aparecía públicamente en política, por lo tanto se volvía una heroína muy admirable, tengo su imagen en las marchas y de hecho el recuerdo que uno tiene de ella es la lucha, y eso me parecía algo muy fuerte, muy detonante para escribir”, cuenta el director.
“No queremos hacer una biografía de la Gladys Marín, ocupamos elementos de ella y de sus discursos, que es donde está la clave, para ponerlos en tensión en otro cuerpo que es otra mujer, no tenemos un afán biográfico”
–Bosco Cayo
Director
¿Qué es lo que más te inspira de Gladys Marín en lo personal?
Lo que más me inspira de ella es su consecuencia y lucha. Siempre estaba en todas y además, me parecía que tenía muchos seguidores, eso me despertaba confianza, me provocaba cosas diferentes. Gladys Marín era muy crítica y radical, en especial ante la situación machista que había en el país y en la política en la que ella trabajaba, que era muy patriarcal. Lo que a mí definitivamente me hace escribir sobre ella no tiene que ver con ella misma, ni con el tiempo pasado, sino con el tiempo de ahora.
Fue en 2017, a punto de comenzar el segundo gobierno de Sebastián Piñera, que a mí me parece muy aborrecible, cuando se me ocurre la idea de ver qué pasa si una figura como la de la Gladys, que está ausente, ve de nuevo cómo está todo ahora en Chile y cómo otra vez un gobierno, después de las atrocidades que se ha adjudicado, llega al poder. Eso a mí me parecía muy fuerte entonces ahí dije: ya, parece que esto hay que hacerlo ahora.
¿Qué es lo que más rescatas del pronóstico a futuro que hacía Marín?
Yo creo que primero hay que revisar las situaciones y contexto en los que estuvo la Gladys para hablar de lo que pasa hoy. La obra es una ficción y no es ella misma la que nos va a hablar, entonces estamos siempre en un espacio de la suposición, pero yo creo que primero tiene que ver con revisitar sus propias situaciones para darnos cuenta de la violencia en la que se relacionaban las personas en la época, es como revisar para atrás para que hoy nos cuestionemos cómo se está haciendo la política.
¿Cómo fue trabajar por un lado con la biografía de la líder comunista, y por otro con la imagen que construyeron los medios de la época de ella?
Mira, ahí pasa una suerte de ausencia igual porque, si bien es una figura mediática, hay muchos espacios que son de ausencia. Uno la ve como una mujer súper entera y alegre o con penas, pero no podemos entrar en un espacio más cotidiano, no digo que eso esté mal, pero eso mismo es lo que nos da la oportunidad de crear un millón de otras posibilidades nuevas, entonces es darle un espacio personal a una figura de la cual conocemos sólo ese espacio más mediático, que es un lugar súper controlado, que la pone a ella en una posición particular, con una mirada que si bien es contraria, está bajo ese prisma machista de los medios. Entonces las cosas que decían de ella eran elementos vinculados a su género, como la falda, el peinado y esos temas, pero al final no eran temas relacionados a su pensamiento, por eso fuimos a sus palabras y a sus discursos, ese fue el camino para hacer esa sintonía y para recuperar lo que no conocemos de ella.
Aquí quizás puedo decir que en el estudio que hicimos para entrar en sus ideas, nos dimos cuenta de que había mucho material de ella antes del golpe, antes de que fuera exiliada, que fue cuando era más joven y luego cuando vuelve, después cuando es candidata y finalmente cuando está enferma, entonces hay muchos periodos en blanco.
¿Qué fue lo que más te llamó la atención en ese proceso de investigación? ¿qué material te llegó más?
Muchas cosas, pero hay un documental, El tren de la victoria, donde ella estaba siendo candidata y se van de viaje al sur que es muy bonito porque uno la logra ver en esos espacios más privados, ahí uno la ve disfrutar con las personas, la ves cansada, etc. Y el otro elemento es Lemebel con su libro Mi amiga Gladys que nos ayudó mucho viendo como él construía a la Gladys desde un lugar tan subjetivo como es la amistad, el cariño, el amor, entonces también es bonito porque se sale de lo que conocíamos, esos dos archivos nos sirvieron mucho.
¿Cómo fue el proceso creativo de este montaje? Entiendo que iba a ser un monólogo en primera instancia y luego esa idea cambió.
A fines del 2017 tenía escrito una especie de monólogo y luego dije no, parece que esto es una obra, parece que es un diálogo y ahí se fue armando este espacio. Yo hice la investigación más teórica y la revisión de archivo y luego lo compartí con las chicas en torno a la posibilidad de entrar en sus discursos. Todo es material abierto de libre acceso, no tuvimos un afán de entrevistar o ir hacia la biografía.
Teatro Sin Dominio es una agrupación que cuestiona la realidad política nacional, poniendo en escena los discursos de los ciudadanos movilizados. Para este objetivo recopila material de los medios de comunicación masivos, creando ficciones que contengan y reflexionen en torno a las temáticas urgentes que circulan en el país. La compañía cuenta con tres montajes: Silabario (2014), parte de Santiago a Mil 2015; Asepsia (2015) y La Dama de Los Andes (2017), texto ganador en la categoría dramaturgia de los Premios Literarios 2017 del ex CNCA.
Del 4 al 21 de julio
Matucana 100 (espacio Patricio Bunster)
De miércoles a sábado, 20 horas. Domingo, 19 horas.
Precios: $5.000 general, $3.000 estudiantes, tercera edad, miércoles y jueves popular