20 años del Teatro del Puente: “Este espacio nutre no sólo la cartelera, sino que el futuro teatral”
Por Karina Mondaca Cea
Francisco Ossa y Freddy Araya ni siquiera se conocían cuando decidieron emprender un proyecto juntos, y no uno cualquiera, sino que hacerse cargo del Teatro del Puente. Era el año 2005, cuando su antigua directora, la gestora cultural Caioia Soto, decidió entregar la responsabilidad del espacio que había fundado en 1998 junto a la compañía Teatro Sombrero Verde.
“Al principio éramos tres con Javier Caraccioli, y nos enteramos de que la Caioia tenía problemas con el teatro, así que me reuní con ella, me contó toda la historia y era todo terrible, así que le pregunté cómo podíamos ayudar”, recuerda Francisco, más conocido como Fafifo. Ella me respondió: ‘Hazte cargo, háganse cargo con Javier. Podrían hablar con Freddy’, porque ellos trabajaban juntos”.
Aunque sólo se ubicaban a lo lejos, el día en que Fafifo y Javier aparecieron por su departamento y le hicieron esta propuesta, Freddy sólo pudo decir que sí. “Los vi tan entusiasmados que me contagié irresponsablemente. No tenía ningún otro proyecto a largo plazo, entonces qué hacer si no era esto. Ahí empezamos, y yo, más irresponsable que ellos, porque yo sí sabía lo que significaba este lugar”, dice mientras se ríe al recordar.
Ahí comenzó una etapa que ambos directores han definido como “una pesadilla”, debido a todas las tareas por hacer y la falta de apoyo para lograrlas. “Fueron años muy difíciles y angustiantes”, confiesa Fafifo, quien tuvo que pedir un crédito de consumo de 30 millones junto a sus compañeros, porque no tenían fondos con los cuales trabajar. “Trabajábamos en otras cosas para pagar el Teatro del Puente, pagarle al nochero aunque no funcionara el teatro, la luz, puros detalles domésticos. Esos sumado a que nos robaron los cables de la luz, nos tuvimos que colgar a la electricidad; y cuando levantábamos una piedra, aparecía un nuevo problema”.
Limpiar baños, tapar goteras, subirse al techo a poner plásticos para que no se mojara el teatro. Los directores dividían sus tiempos en tareas domésticas y reuniones en busca de auspicios, y así continuaron, hasta que las cosas empezaron a mejorar: primero lograron que Homecenter Sodimac aceptara el desafío de restaurar la estructura del teatro –“Fue increíble, porque eran como 80 millones de presupuesto”, dicen los directores–, y posteriormente, en 2010, se adjudicaron un fondo de infraestructura que les permitió ocuparse del interior del recinto. “Me acuerdo de que fuimos a comprar el diario, lo vimos y empezamos a llamar por teléfono y gritar ‘¡Lo ganamos, lo ganamos!’”, recuerda Freddy sobre el hito que marcó una nueva etapa para el teatro y también para ellos. “Fue una felicidad que no hemos vuelto a sentir, y era tan entretenido tener plata para comprar equipos, tener una mesa de luces decente, hacer el sistema eléctrico de nuevo”.
Freddy Araya (izquierda) y Francisco “Fafifo” Ossa (derecha)
A pesar de que la programación había comenzado en 2008, a tres años de la reapertura del recinto, fue recién al obtener el financiamiento en 2010, que la dupla pudo enfocarse en uno de los puntos más importante de su gestión: la programación. “Las primeras funciones empezaron con los más cercanos que estaban dispuestos a estar en un teatro no terminado. Después llegó un punto en que no todos podían estar aquí, así que establecimos una visión, misión, plan estratégico, y ahí decidimos tener un equipo de asesores para transmitir nuestra idea de teatro para este espacio”, explica Freddy sobre los nuevos pasos que daban en la administración del teatro.
“Siempre tuvimos muy claro que no era un teatro para nosotros”, complementa Fafifo. “de hecho, las veces que actuamos acá, fue súper incómodo, porque estás muy atento, desde el escenario, a todo lo que está pasando más allá del escenario. Yo por eso decidí nunca más actuar acá. Me encanta, lo encuentro increíble, pero además estar todo el día acá, tampoco es muy sano”, ríe.
En abril de 2013, la comunidad teatral se sorprendió con un anuncio sin previo aviso: El Teatro del Puente dejaría de funcionar en agosto de ese mismo año. La falta de recursos para financiar el segundo semestre de ese año obligó a los directores del espacio cultural a tomar una difícil decisión. “Fue la depresión máxima”, recuerda Freddy, “nos habíamos reunido con la municipalidad, con Luciano [Cruz-Coke] que en aquel entonces Ministro de Cultura, porque necesitábamos terminar el año; y todos nos decían que no había plata. No podíamos seguir siendo mecenas del teatro, porque hasta entonces nunca habíamos ganado un sueldo trabajando aquí. Llevábamos 8 años así, trabajando en otras cosas, haciendo clases”.
La dupla ya se había reunido con las compañías con las que habían acordado temporadas durante la parte final del año, y a pesar de que todas entendieron las razones, ninguna de ellas se conformaba con el fin de ese espacio en el que muchos habían soñado estar. “Suponíamos que las compañías nos iban a mandar a la cresta, porque estaban en su justo derecho”, dice Fafifo. “Les pedimos que no hicieran campaña ni nada, porque estábamos agotados. Cuando se fueron de la reunión, cada uno nos pusimos a caminar solos por el teatro, fue heavy. Nos pusimos a llorar porque esto se acababa”.