Antonia Mendía, directora de Beben: “El texto de Guillermo Calderón es absolutamente musical”
Por Sergio Espinosa
Luego del terremoto y tsunami del 2010 en Chile, cuatro voluntarios alemanes de una ONG internacional se encuentran en un campamento en el sur para colaborar con las víctimas. El conflicto se desata cuando los voluntarios le confiesan a Anna, líder de la ONG, que le contaron a los niños del lugar el cuento Terremoto en Chile de Heinrich Von Kleist. La crueldad brutal de este cuento los hará enfrentarse en una discusión sobre las problemáticas que aparecen cada vez que en nuestro país tiembla la tierra y se sube el mar.
A través de esta historia, Calderón se interna en las profundidades existenciales y en los temores que surgen en una sociedad moderna como resultado de un desastre natural. “Cuando colapsa la organización de la vida es momento para poner en tela de juicio temáticas tales como la religión y la moralidad; la constante necesidad de instalar una normalidad por sobre la catástrofe sin considerar la posibilidad del cambio post catástrofe, y la instalación del trauma como reacción a las situaciones límites”, explica la directora.
Sobre cómo llegó a dirigir este proyecto, Antonia recuerda que “hace cinco años le escribí a Guillermo para trabajar mi tesis sobre él, ahí nos conocimos, se tomó un café conmigo y fue buena onda”. Finalmente, la actriz no concretó ese proyecto pero siguió muy interesada en todo el trabajo de Calderón. “El año pasado (2016) me lo encontré en el Teatro Mori a fines de marzo cuando fui a ver la reposición de Clase. Le comenté que había leído Beben, que me había gustado mucho y que tenía muchas ganas de verla. Él me dijo que estaba con muchos proyectos y no creía que la fuera a montar”, agrega.
Antonia vio una oportunidad y sin pensarlo se ofreció a llevarla a escena. “Impulsivamente le pregunté si es que se la pasaría a una directora joven y él me dijo que a quién y yo le dije a mí”, cuenta. Un par de encuentros después el proyecto empezó a tomar forma. “Guillermo me empezó a preguntar que cómo y con quién iba a trabajar y me dijo el texto es tuyo, hazlo. Tienes que hacerlo”.
¿Cuál ha sido la participación de Guillermo en este proceso?
Guillermo me contó cómo la había montado y cuáles habían sido sus decisiones. Él ha sido un guía muy importante, sobre todo de cómo ser directora tanto en lo creativo como en lo humano. Nunca me refutó ninguna de las decisiones que yo tomé, las escuchaba y me hacía preguntas, pero siempre había una intención de apoyar.
¿Crees que hay una forma de montar un texto de Guillermo Calderón?
No, Guillermo tiene su forma de montar sus textos y me parece muy interesante. Creo que es importante un entendimiento de la esencia del texto que se quiere montar y esa esencia es la que hay que respetar, pero la forma de hacerlo es del grupo, las decisiones son nuestras.
¿Existe una presión por trabajar el texto de un dramaturgo tan reconocido?
Con el grupo siempre intentamos bajar esa sensación, porque en el fondo no aporta. Pero igual existe un pequeño nervio. Yo soy fan y groupie de Guillermo desde que estoy en el colegio, y tener esta oportunidad es un sueño. Jamás me imaginé que iba a dirigir una obra de él, entonces lo veo como una responsabilidad más que como un nervio. Una responsabilidad que también le entrego a cada cosa que hago, si fuera el texto de cualquier otro dramaturgo me lo tomaría en serio igual. Mi mayor presión en torno a que fuera un texto de Guillermo, es que él lo viera.
Y él ya vio el trabajo en proceso…
Lo vio y le gustó, me dio comentarios muy buenos para seguir el trabajo, así que me quedo tranquila. Sé que van a haber personas que van a decir que lo hubieran hecho de otra forma, pero esto pasaría con esta u otra obra porque siempre hay muchas maneras de hacerlo, y eso es lo bonito de dirigir. Me quedo tranquila porque nos hemos sacado la cresta y el trabajo se defiende con trabajo. Siempre puede ser mejor o distinto, pero este es nuestro Beben.
Además, la dramaturgia es precisamente para esto, para ser montada
Si, además es rico que los chiquillos tengan monólogos y que les encante decirlos, que cada vez que los digan los veas vibrar porque hay una conjunción de muchas cosas: está el actor entregándolo todo y también un texto que lo entrega todo. Es muy bonito.
Los textos de Guillermo tienen un ritmo particular ¿cómo han trabajado esta característica?
El texto de Guillermo es absolutamente musical, lo que hacemos es que lo respetamos profundamente. En el trabajo en proceso que hicimos en enero en el Taller Siglo XX quizás lo respetamos demasiado. Ahora nos hemos liberado y como directora me he soltado para darle nuestro ritmo. Antes de empezar a montar hicimos un trabajo muy largo de ensayos profundos sólo del texto, para después soltarse y que el texto pase por el cuerpo.