[Crítica escénica] After the rehearsal/Persona: La dificultad de ser Bergman
Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico del Festival Santiago a Mil 2018. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autor, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.
La reflexión sobre el teatro y la vida, que a veces resiste en absoluta discreción el exceso de impulsos al cual estamos sometidos, cobra una fuerza estremecedora en la puesta en escena que realiza el prestigioso director belga Ivo van Hove (1958) con su compañía de teatro holandesa Toneelgroep Amsterdam. El trabajo de Van Hove, quien llegó por primera vez a Santiago a Mil en 2014 con Opening night, filme de John Cassavetes, se inspira esta vez en After the rehearsal y Persona, cintas de Ingmar Bergman que ponen de relieve, como dicta uno de sus personajes, “el desesperado sueño de la realidad”.
Bergman llevó After the rehearsal a la televisión en 1984, presentando a un viejo director de teatro que medita en solitario, después de acabada la función, sobre el significado del ejercicio teatral. A partir de este problemático pero revelador acto contemplativo, Hendrick Vogler establece una relación con la joven actriz Anna Egerman –hija de su antigua amante, Rachel, también actriz– que deja al descubierto su forma de concebir el arte. Este motivo bergmaniano, que el cineasta sueco ya había explorado en Persona (1966) con la enigmática vida de Elizabeth Vogler –quien se interna en un hospital siquiátrico luego de quedar sin habla durante una representación de Electra–, es tomado por Van Hove para indagar, a través de un delicado contrapunto, cierta correspondencia de las perspectivas que construyen estos relatos.
En esta puesta en escena doble, la pregunta por la creación artística y el acto de existir se torna vital para abordar las pulsiones que definen a los personajes. Si bien After the rehearsal desarrolla esta dimensión desde la especificidad del teatro y lo que implica la palabra poética para el actor y el espectador, Persona nos adentra en un contexto donde la convivencia entre Elizabeth y Alma, su enfermera, se vuelve conflictiva por su frágil posición en el mundo: las culpas que se arrastran del pasado y el miedo paralizante a enfrentar la propia realidad se materializan sobre el escenario como una gran metáfora de las emociones.
Los recursos técnicos provistos por el Teatro Municipal de Las Condes juegan un papel protagónico en esta segunda parte de la obra, especialmente porque permiten proyectar el padecimiento de los personajes femeninos en una imagen poética donde presenciamos, bajo una tormenta implacable que no tiene miedo de mostrar sus mecanismos de producción, cómo el escenario se transforma en un pedazo de tierra aprisionado por el agua.
La espectacularidad de transformar el teatro en una isla realza aún más la fuerza simbólica entre la psicología de Elizabeth y Alma. Sin embargo, cabe preguntarse de qué manera la forma del cine puede plasmarse en un montaje como este sin perder la potencia de sus imágenes. Con su último movimiento, Ivo van Hove se arriesga y nos ofrece la desnudez de la fantasía, al tiempo que se distancia del lenguaje silencioso y mistérico de Bergman.
Crédito foto: Jan Versweyveld