[Crítica escénica] Another Distinguée: Lycras, tijeras y pelucas
Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico del Festival Santiago a Mil 2018. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autora, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.
La nueva serie de Piezas Distinguidas dirigida por la artista performática La Ribot llegó a NAVE como parte de la 25a versión del Festival Internacional Stgo a Mil. Esta obra se enmarca en lo que llamamos performance teatral, también denominada danza conceptual, happenings y performance-art, que se caracteriza justamente por cuestionar la representación, la autoría, la trama lineal, y cuyo enfoque, antes que la historia, es el evento.
Asumiendo que la mayoría de las audiencias chilenas no ha visto las cuatro entregas de Piezas Distinguidas que La Ribot ha realizado en los últimos 24 años (porque han escapado de los escenarios locales), es necesario mencionar que en total suman 100 piezas, y que Another Distinguée contiene desde la 46 a la 54.
El formato es su arma de doble filo. Una serie destruye la sacralidad autoral de la obra única, lo que parece ser un acto desinteresado de rebeldía, pero implica a la vez beneficiarse de las atractivas ventajas de producción y distribución al entrar al mercado con un elemento temático renovable que mantiene la frescura del producto cultural.
La primera pieza se inicia en la penumbra con una imponente estructura poliédrica negra cubierta de nylon en medio de la sala. La mezcla de oscuridad, música electrónica y techno, la presencia del público y el cubo negro, parecen ambientar un antro. La escena recién se completa cuando aparecen los artistas-performáticos en pantys de lycra para una violenta persecución de a dos. El perseguidor arranca un retazo de lycra del perseguido con una tijera. Luego se invierten los roles hasta que se acaba la panty y quedan de látex negro. Entonces, limpian los restos y salen de escena.
El desarrollo va in crescendo durante las siete piezas, y el público va siguiendo los eventos por la sala de NAVE, entre el kitsch ochentero y el morbo voyerista de las acciones performáticas. Cada pieza tiene su propia temporalidad que acaba cada vez que los performers salen de escena y vuelven a entrar, aunque encarnan roles fijos: la mujer es una mujer, los hombres son hombres. Las interacciones son todas hombre-mujer.
El público, en su participación dinámica por el espacio, adquiere cierta autonomía. Aunque algunos desertan de mirar la performance completa, la mayoría se queda. ¿Qué de Another Distinguée parece mantener cautivo al público chileno de danza contemporánea? ¿Está preso en el morbo, fascinado de poder o solo es incapaz de reaccionar? ¿Qué obliga a algunos otros a desertar?
Ya dijimos que el énfasis está puesto en el evento, en esa experiencia relacional entre los espectadores partícipes y el artista performativo. En este entramado valdría la pena volver a la pregunta de Laurence Louppe si ese algo tan vivo y tan palpitante que busca el acto performativo, que radica en su advenimiento-acontecimiento, sería el todo de la obra.
Con el preámbulo ofrecido por la dirección de NAVE antes de comenzar la función, que nos recuerda que esta experiencia es muy importante y que para vivirla debemos comportarnos bien y seguir todas las instrucciones, reaparece otra incógnita: aquella del espacio entendido como mundo ordenado en capas. Aun cuando nos convoca un espacio abstracto, éste se anuncia en un espacio tradicional. ¿Un hueco irreductible entre los anhelos y discursos de la danza conceptual y contemporánea en su intento de crear heterotopías frente a sus acciones y posibilidades concretas, o una característica inmanente al quehacer escénico que debe asumirse como tal?