La escena chilena bajo la mirada del Jurado Nacional de Santiago a Mil 2017
El jueves 29 de septiembre, al mediodía, se dio el vamos de una nueva versión del Festival Internacional Santiago a Mil. Con la presencia de los organizadores, colaboradores y parte de los artistas nacionales que formarán parte del evento, se realizó el lanzamiento de la programación 2017, la que incluirá 75 espectáculos que se presentarán en recintos de toda la capital y el espacio público.
De ese total, 36 son montajes provenientes de los cinco continentes, incluidos países que dirán presente por primera vez en Santiago a Mil, como Haití, República Democrática del Congo, Palestina, Senegal, Siria, Líbano y Hungría. En tanto, las otras 39 obras corresponden a producciones nacionales que representan una muestra de lo que día a día se toma la cartelera santiaguina, como también las salas de Antofagasta y Concepción.
Los encargados de realizar esta selección fueron los integrantes del Jurado Nacional de Santiago a Mil, un grupo que se renueva cada año y que durante un periodo de 11 meses revisa los diferentes montajes que postulan para ser parte del festival. Gracias a esta experiencia, los miembros del comité tuvieron la oportunidad de ver 158 montajes, 103 de ellos obras teatrales y 24 piezas de danza.
“La escena la vi muy movida, con un alto nivel de producción y con un nivel más alto de lo que pensaba, sobre todo por la calidad de las obras que se presentaban”, confiesa Claudia Hidalgo, dramaturga de montajes como Hijos de… y Ese algo que nunca compartí contigo, y jurado del área de teatro del festival 2017. “Como espectador, casi siempre te suena una o dos obras que se recomiendan al mes, pero al estar yendo constantemente, me di cuenta que al mes, en nuestra ciudad, hay cinco obras y no una o tres como se ve”, agrega.
Por esta gran cantidad y variedad de propuestas, es que el desafío del jurado era claro para la próxima versión del encuentro teatral: “Queremos una cartelera diversa, que se note eso en el teatro. No queremos que parezca que hay una curatoría, queremos que sea un poco un resumen de lo mejor del año, de lo más interesante, en relación a esta búsqueda de los autores nuevos, porque también hay mucha compañía que está investigando, proponiendo”, explica el dramaturgo Pierre Sauré, también integrante del jurado teatral 2017.
Pero además, formar parte del jurado fue una oportunidad para palpar el buen momento que vive la producción teatral chilena, tal como lo explica el escritor y crítico teatral Federico Zurita, quien destaca la participación de los espectadores: “Me da mucho gusto ir al teatro y ver harto público, uno no va a salas vacías”, dice.
Después de un año observando los trabajos de los creadores nacionales, el Jurado ha podido crear su propio análisis sobre la escena actual. Por ejemplo, ¿de qué están hablando los dramaturgos? “Siento que hay temas que son recurrentes, no solo en este año que fuimos jurados, si no que viene desde antes en el teatro chileno y que son la memoria, el olvido, la violencia que sufrimos por la dictadura y las consecuencias de ella”, reflexiona Claudia. “Son puntos de vista nuevos, son historias nuevas, se revisita ese tema pero se trabaja desde otra forma. Estamos reflexionando las consecuencias de que todo eso haya pasado, o las secuelas que quedaron, contadas de otra forma”.
Para la autora, la razón detrás de lo anterior es el buen trabajo que están realizando los dramaturgos chilenos, quienes “están haciendo trabajitos de joyería, reinventando los grandes temas de Chile. Hay una generación súper interesante, y que uno podría decir que no es esperable porque en Chile no hay formación de dramaturgia, entonces que eso sobresalga justo en el año que soy jurado, es un mérito muy grande”.
La elaboración de nuevos discursos, según Pierre Sauré, se debe a que los artistas chilenos no están recuperando tantos textos de dramaturgia chilena de los años 50, sino que están poniendo foco en los nuevos trabajos. “Hasta el momento se ha notado bastante elaboración de nuevos discursos, y eso me parece muy interesante porque parece que el teatro joven y el ‘más trabajado’ coinciden en la búsqueda de un nuevo lenguaje y en buscar donde está Chile en el teatro”, explica el creador de obras como Novela y Machote futbolero. Y complementa: “Hay una recuperación de un discurso súper identitario respecto de cuál es el Chile de hoy, de antes y cuál es el que queremos para el futuro, hay casi una línea editorial diría”.
A diferencia de sus compañeros, Zurita sí reconoce la presencia de textos chilenos de otras épocas, como también de autores universales –“europeos principalmente”- en la cartelera actual; pero para él, todos ellos sirven para mostrar lo que está viviendo nuestro país. “En términos generales, hay una suerte de tendencia a querer interpretar la realidad chilena actual y en ese sentido me parece que todos están optando por las distintas herramientas e intereses que tengan al seleccionar estas herramientas a interpretar la realidad chilena desde diferentes perspectivas”, dice.
Sin embargo, en el área de danza no sucede lo mismo. Josefina Greene, integrante del Jurado de danza del Festival, asegura que no hay un tópico en específico, pero sí hartas preguntas hacia las prácticas, “de cómo uno lleva a cabo su propio desarrollo y corporalidad, de los lenguajes, cómo se trabaja con la información y se traduce a un cuerpo”. La bailarina y académica cree que esto se debe a que existe una baja en la creación de montajes, lo que está relacionado con la forma de hacer arte en nuestro país: “Hay otros años en que hay muchas más propuestas, que hay formatos de domicilio, de calle. Este año hay poca producción y creo que responde a las líneas políticas establecidas de fomento”. Pero además, durante su observación de casi un año, concluyó que la escena está referida a la investigación, “lo que puede ser interesante a nivel estético, ya que hay muchas preguntas que se plantean en escena y que son llevadas como ejercicios de práctica, y en esto el espectador puede ser parte de esto”.
Pero además de pensar sobre qué decir y qué temáticas hablar, la pregunta sobre el cómo hacerlo siempre está presente. En el caso de la danza contemporánea chilena, para Josefina, “el foco no está puesto necesariamente en la creación de obra, sino que en el proceso e investigación, por lo tanto hay harto trabajo desde ese lugar hacia otros formatos que no son necesariamente la obra en escena tradicional”. Así, dice la coreógrafa, ha habido “mucho despliegue de proyectos audiovisuales, de proyectos teóricos, de libros, otros formatos que no son la obra en sí misma”.
El teatro también busca nuevas formas de mostrar sus historias, y por eso, siempre es un desafío. Lamentablemente, para Claudia, éste es un punto débil: “Cuando uno viaja a otras partes, pasa que los lenguajes están muy evolucionados, muy transformados y nosotros seguimos con la clásica obra de teatro. No sentí mucho riesgo a nivel de dirección, y ése es un punto en contra. Seguimos muy en lo clásico, no se rompe el esquema. Esto sin salir de la base de que lo que se hace clásico y estructurado puede ser de muy buena calidad”.
A pesar de este panorama, su colega Pierre Sauré entrega una mirada más positiva y asegura que siempre ha existido una búsqueda de lenguajes en el teatro contemporáneo, y especialmente en la actualidad: “Pareciera ser que el teatro de ahora es más rebelde que el de antes en relación a la jugada que hacen de sus discursividades o con sus puntos de vista. Estamos todos buscando nuevos lenguajes, nuevos discursos del cual queremos hablar”.