Raúl Rocco: “Nuestra compañía ha consolidado una tradición teatral en el Norte Grande”
Con 53 años de labor ininterrumpida, la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta vive y presencia transformaciones. La histórica agrupación –la única en Chile que mantiene un carácter universitario– da inicio a su programación 2015 con un nuevo director: Raúl Rocco, integrante histórico de la agrupación creada en 1962. El cambio coincide con la creación de la Carrera de Artes Escénicas en la misma casa de estudios, la primera escuela de formación profesional para actores en la ciudad. Un vacío importante, hasta ahora, para una región que mantenía una actividad teatral relevante gracias a la compañía impulsada por el Premio Nacional Pedro de la Barra García.
La nueva oferta de formación teatral complementa la programación 2015 de la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta, que apuntará a llevar a la región a directores y actores invitados. Así, en mayo recibirán una obra inédita dirigida por Mauricio Bustos y escrita por Cristián Ruiz, y en agosto, la visita de un antofagastino con carrera en Santiago, Ronald Cortez. El proyecto se realiza gracias al aporte de Minera Escondida, con el apoyo de la Universidad de Antofagasta. “La alianza permite la venida del dramaturgo, el director y la invitación de 3 jóvenes actores profesionales, todos de la ciudad, pero que estudiaron en escuelas de la capital. La idea del proyecto es perfeccionar el elenco estable”, explica el director.
¿Cuánto se necesitaba una Escuela de Teatro local?
Nuestra Universidad se hizo eco de muchas voces que pedían una escuela de teatro, desde hace mucho tiempo. Siempre ha habido mucho interés en los jóvenes por esta disciplina. De hecho, nuestra compañía mantiene, desde hace años, dos talleres: uno de enseñanza media y otro universitario, que realizan academias que permiten a los jóvenes aprender la disciplina en forma amateur, estimulando así el gusto por el teatro. Antes, aquellos que querían dedicarse profesionalmente a este arte emigraban a Santiago, donde, finalmente, se anclaban. Muchos también, imposibilitados por la falta de recursos, debían guardar sus ganas y dedicarse a la minería. Hoy está esta gran posibilidad, que permitirá formar talentos que irán proyectando y mejorando el quehacer teatral de nuestra región.
La Compañía que dirige es orgullosamente universitaria, la única de este tipo que sigue activa en Chile. ¿Qué hace a las compañías universitarias diferentes a otras?
El ser “universitarios” da una categoría que supone seriedad, profesionalismo y perfeccionismo. Pero no es sólo el patrocinio; en nuestro caso, la Universidad de Antofagasta se hace cargo totalmente de nosotros, nos proporciona un sueldo mensual a cada uno de los integrantes, nos entrega un espacio, recursos económicos para los montajes; en fin, el sueño del pibe. Y ello es una gran responsabilidad, porque hay que justificar tal inversión, con un trabajo permanente y de calidad. Hacia allí va nuestro esfuerzo diario; somos unos privilegiados. Ojalá hubiese muchos a través del país.
El teatro es uno de los ámbitos culturales más relegados de políticas públicas. Prueba de esto es, hace unos años, el cierre de varios teatros independientes. ¿Cuál es su postura?
Son las instituciones de peso las que deberían abordar esta problemática e incluyo allí el rol del Estado que, lamentablemente, muchas veces se deja llevar por el facilismo de entender por cultura algunas batucadas en las esquinas o show masivos en estadios con entrada gratuita. De allí que resulta importantísima la labor llevada a cabo por la Fundación Teatro a Mil, que ha ido creando verdaderos espacios de cultura que se van haciendo necesarios en la población. Pero los que hacemos arte, sabemos que ésta es una labor de largo plazo y de largo aliento. Sabemos que los recursos son muchos más de los que se estipulan, sabemos de la quijotesca labor de muchos colectivos que mendigan monedas para financiar sus sueños.
Uno de los objetivos de la creación de la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta fue estimular la dramaturgia y las artes escénicas en el Norte. ¿Cuánto se ha logrado?
Nuestra compañía ha consolidado una tradición teatral en el Norte Grande, que convierte a esta zona en una de las buenas plazas para muchas compañías nacionales. Ello es resultado, en gran medida, de nuestra labor, que ha permitido entregar a la comunidad creaciones artísticas que son exhibidas durante todo el año en la sala Pedro de la Barra, además de las funciones a estudiantes que se realizan en los colegios y giras dentro de la región. Se ha formado así, un público que disfruta y valora el arte. El Festival Internacional de Teatro Zicosur, a cargo de Ángel Lattus (ex director de la compañía), ya en su versión 17, es consecuencia, también, de la respuesta que el público ha tenido ante la tradición teatral.
Hoy, ¿cómo es la escena teatral de Antofagasta? ¿Puede destacar alguna compañía?
Afortunadamente, hemos tenido el regreso de talentos que hicieron sus armas en la capital. Una de las compañías destacadas la comanda desde hace diez años Alejandra Rojas, quien volvió a su ciudad natal para darle concreción a su sueño: realizar un teatro con identidad nortina. La compañía de teatro Arlequín, dirigida por Teresa Ramos, es también una de las destacadísimas, con una labor de formación (a través de academias y talleres) y de montajes permanentes con extensión comunal y regional. Teatro Misterix, dirigido por Alberto Olguín, es una agrupación que no ha tenido continuidad, pero, cada vez que aparece, entrega creaciones de muy buena factura. El Teatro de los sueños ha ido lento, pero seguro, acrecentando una propuesta con identidad y profesionalismo. La Favorecedora, dirigida por Arlette Ibarra, realiza un trabajo interesante, con gran esfuerzo y de notables resultados. El Teatro Independiente Antofagasta, TIA, ha desarrollado con mucho ahínco aportes que merecen reconocimiento. Por lo que conocí y lo que hoy veo, soy optimista respecto de la evolución histórica del quehacer teatral de mi ciudad, incluso de la región.