Trayectos Teatrales: La Patogallina
La Patogallina es una compañía teatral que ya lleva más de 20 años trabajando en la creación de obras de teatro. Durante este tiempo, se han destacado por el desarrollo de propuestas multidisciplinarias, donde el cine, la música, el circo y el teatro se fusionan para dar vida a montajes que han reunido a un público masivo y que se han transformado en parte importante de la historia del teatro.
La compañía nació a mediados de los años 90, a raíz de los encuentros que tenían sus fundadores Rodrigo Rojas, Eduardo Moya, Sergio Pineda y Martín Erazo en el Parque Forestal de Santiago. De ese lugar nacieron variadas propuestas artísticas vinculadas al arte callejero, entre ellas A sangre e´ pato (1996) y El húsar de la muerte (2000). Tras el éxito de esta última, que les permitió viajar al extranjero, la compañía terminó por consolidar su estética y sus proyecciones a futuro.
Su propuesta se caracteriza por tener un espíritu crítico que trasciende toda su labor artística. Basándose en un teatro físico y gestual con música en vivo, han utilizado la parodia y la argumentación tragicómica para llevar a escena problemáticas sociales y políticas de Chile.
Actualmente, la compañía se encuentra a punto de estrenar su más reciente trabajo 2118, tragedia futurista, en el que por primera vez se internan en el género de la ciencia ficción y la manipulación de muñecos como soporte principal de un espectáculo. Con funciones desde el 4 de abril en Matucana 100, la obra cuenta la historia de Ana, una combatiente anarco-feminista que viaja por el tiempo intentando cambiar su presente. Para hacerlo, debe acabar con nueve influyentes, conservadores y poderosos personajes de la historia de Chile.
Mientras esperamos este montaje, te invitamos a conocer algunas de las creaciones que ha desarrollado La Patogallina durante su trayectoria.
Inspirada en la película homónima de Pedro Sienna, El húsar de la muerte (1925), la obra rescata episodios claves de la historia de Chile desde la figura emblemática de Manuel Rodríguez. Tal como en la película, el montaje narra las hazañas del guerrillero en pleno proceso de la independencia de la corona española.
La obra significó un antes y un después para el teatro chileno por la incorporación de una estética expresionista, propia del cine de los años 20. Además, la propuesta visual y la música original y novedosa del montaje fascinó a la crítica y al público de Chile y el extranjero. Este gran éxito llevó al montaje a transformarse en una de las piezas más trascendentales de la escena nacional.
Con esta obra La Patogallina recorrió gran parte de Chile y se presentó exitosamente en Argentina, Ecuador, Brasil, España y Francia, recibiendo el aplauso del público y de la crítica especializada.
Después de su gran éxito con El húsar de la muerte, la compañía se embarcó en la creación de un nuevo montaje: 1907, el año de la flor negra. Tomando parte de la historia de nuestro país, la obra se inspiró en la huelga de los trabajadores de las salitreras del norte de Chile en 1907, movilización que culminó en la matanza en la escuela de Santa María de Iquique, en manos del Ejército de Chile dirigido por el general Silva Renard.
Al más puro estilo de La Patogallina, 1907, el año de la flor negra es un espectáculo de elevado nivel artístico, que potencia las emociones de cada escena a través de la utilización de música en vivo. Además, la obra nuevamente incorporó elementos cinematográficos que ayudaron a mostrar cómo el gobierno planeaba esta masacre en la pantalla, mientras, de forma paralela, se interpreta la historia de los más de 3000 trabajadores que luchaban por un futuro mejor.
“Tomamos como protagonista a la gente más común y corriente, la que iba en la caminata y fue parte de los siete días en la escuela, gente anónima que su nombre no quedó escrito en ninguna parte”, explicó por aquella época Martín Erazo, director de la obra.
En Viaje a la luna La Patogallina rinde un original homenaje al cineasta e ilusionista francés, Georges Méliès. Estrenada en 2014, esta obra narra con humor las caóticas aventuras del equipo de Pelotillehue Films, una paupérrima productora formada por seis payasos para filmar en un solo día una versión de Viaje a la luna.
Continuando con el estilo que los ha hecho famosos desde El húsar de la muerte, en esta obra La Patogallina reúne teatro físico y gestual, además de música en vivo, proyecciones audiovisuales y lenguaje cinematográfico para contar el absurdo, las dificultades y el apuro que se vive en el set de grabación de la película.
Este montaje permite conocer una de las fuentes de inspiración que nutren el estilo de La Patogallina, y una de sus principales influencias a lo largo de sus más de dos décadas de historia: el cine de Georges Méliès. Según su director, Martín Erazo, su figura ha estado presente en todos los trabajos que han hecho. “Como es un cine que se hizo a principios del siglo XX, tiene mucho de teatral en su puesta en escena(…) Él venía desde el mundo de la magia y creó una serie de efectos y un lenguaje muy particular, lleno de humor, de fantasía y de una factura muy artesanal”.
Diferente a todo lo realizado anteriormente por La Patogallina fue Los caminos de don Floridor, ya que, por primera vez, la agrupación apostaba por el teatro infantil. El colectivo tenía la sensación de que la oferta de teatro para niños era muy poca, de baja calidad y que no respondía las necesidades de su edad, razón por la que indagaron en este nuevo tipo de creación.
Así nace entonces esta obra que tiene como protagonista a Don Floridor, a un maestro de ciencias naturales y a un explorador que ha desaparecido. Sus alumnos van en búsqueda de él, y en el camino conocen a variados personajes enigmáticos de diferentes rincones de Chile. El montaje cuenta con payasos que cuentan historias y manipulan muñecos. Otros efectos como las luces y la música en vivo que caracteriza a la Patogallina, ayudan a construir este gran despliegue de imágenes marcadas por un carácter pedagógico.
La Patogallina continuó unida sin abandonar el deseo de innovar y crear. En 2011 le dieron vida a Extranjero, el último Hain, un montaje que cuenta la historia de un joven Kleketen, que es llevado por la fuerza junto a un grupo de Selk’nam a Francia para ser expuestos en un zoológico humano en la exposición universal de París. La obra relata las desventuras del joven Kloketen junto a un grupo de indígenas desde el viaje en barco desde Chile, hasta su denigrante peregrinaje por Francia, Inglaterra y Bélgica.
En este montaje La Patogallina nos transporta a un mundo crudo, vergonzoso y desgarrador, que llega al espectador con la fuerza escénica que caracteriza a la compañía.
La renovación de la compañía y la facilidad que tiene de adaptarse a nuevos lenguajes se hizo presente nuevamente en este montaje: fue la primera vez que utilizaron la máscara como recurso. Para Martín Erazo, director de la obra, fue fundamental su utilización. “Yo siempre me imaginaba la obra como un cuento de niños. Esos cuentos que tú lees y la historia es terrible, y que cuando creces y los vuelves a leer te das cuenta de que de verdad son relatos muy terribles, que al niño se lo comió la bruja, que al hermano sus padres lo abandonan, pero como están contadas de cierta forma, uno se emboba por la magia y Extranjero, el último hain, tiene eso, ya que la obra tiene mucho trabajo a nivel estético. Trabaja con máscaras, no es una obra realista, es un cuento, pero tiene esta historia que es fuerte”, explicó el director en una entrevista con revista Santi Teatro & Danza.
En el marco de las celebraciones de los 100 años del natalicio de Violeta Parra, la compañía se aventuró con la creación de una obra en homenaje a la artista. Rescatando todas las dimensiones de su figura y los múltiples roles sociales que desarrolló a lo largo de su vida, la compañía desarrolló un montaje donde la recopiladora, la madre, la cantante, la guitarrista, la artista visual y la militante aparecen para representar a una de las creadoras más extraordinarias de Chile.
Teatro físico, manipulación de objetos y muñecos, construcción de imágenes poéticas y nuevamente la presencia de la música en vivo, dieron forma al lenguaje popular y callejero con el que La Patogallina quiso teñir este montaje.
“Lo que queremos es destacar un trabajo que ha hecho muy poca gente en Chile, que es el de bucear a fondo por nuestra cultura perdida, a través de un trabajo súper sistemático y que de alguna manera hace que toda su obra venga de esa decisión que ella toma de devolverse hacia las raíces de lo que se entiende como cultura chilena”, explicó Martín Erazo sobre este montaje al portal de noticias Biobiochile.