Martin Inthamoussú: “Las artes se transformaron en un arsenal de herramientas e instrumentos para encarar la vida”
Desde adolescente tuvo inclinación al mundo de las artes, partiendo desde la música por sus padres y luego a sus 16 años ingresando a un taller de teatro. “Fue en ese taller que mi profesora me dijo por qué no estudiaba danza, que ella creía que me podía interesar y desarrollar. Ahí empecé a estudiar con una profesora en el barrio donde yo vivía, y fue ella quien me dijo que fuera a audicionar a la escuela de danza del SODRE, escuela de la que ahora soy director artístico” comenta.
Con el fin de formarse específicamente en danza, es que Martín viaja a Holanda, para luego erradicarse por un tiempo en Alemania. A su regreso con contrato en SODRE se le encarga la creación de la carrera de danza contemporánea que no existía hasta hace cinco años y el año 2017 egresó la primera generación.
Su relación con las artes tiene que ver principalmente con lo que él define como una “visión integral” de estas, que plasma en su dirección y en su actividad docente. “Para mí, la danza era una herramienta más, un elemento expresivo más, que para mi punto de vista, todos los ciudadanos y ciudadanas deberíamos tener. Eso no significa que uno vaya a ser bailarín, actor, cantante, músico; sino que son herramientas creativas que luego llevadas a la vida cotidiana. Para mí las artes se transformaron en un arsenal de herramientas, de instrumentos para encarar la vida. Por eso me enamoré de las artes, por sus posibilidades de cambio profundo de las personas.” agrega.
Conversamos con Martín para saber más sobre su historia, la importancia de las artes y en especifico la danza en su vida y finalmente la labor del SODRE en Uruguay.
Sí, incluso antes del cargo en el que estoy ahora, ya me había empezado interesar el tema de la educación artística. Hice un postgrado en este tema, y eso me sirvió para trabajar los contenidos de las escuelas.
De todas maneras, las escuelas se puede pensar que veníamos de un campo de trabajo solamente académico. A mí me interesaba desarrollar el tema social que de alguna manera las artes pueden jugar en la sociedad. Como creador, siempre pensé las artes como herramienta de cambio social profundo, con el que podía poner sobre la mesa temas que quizás de otra manera no podría.
En mi creación coreográfica yo ya tenía esa inquietud, entonces sólo la traspasé a otro plano. Las herramientas eran distintas, antes ponerlas en escena, ahora en un plan de estudios para niños desde 6 años hasta jóvenes de 28 años. Todos ellos no van a ser bailarines y cantantes, pero sí van a tener la oportunidad de que, con la formación que tuvieron, puedan generar en ellos un cambio social profundo, uno en el tramado social en el que vivimos. La educación artística aparece más como una herramienta que se anexa como yo veo el arte.
En las escuelas pasamos de tener dos carreras en danza y una en canto lírico, a tener cinco en danza y canto. Tenemos danza contemporánea, el año pasado abrimos tango y ahora estamos trabajando en los contenidos de la carrera de candombe, que es una danza de origen afrodescendiente en Uruguay, y estamos trabajando con la comunidad afro para integrarla en un espacio académico otorgado por el Estado. Es una herramienta de legitimación, porque el Estado tiene el deber de salvaguardar el patrimonio inmaterial, y me parece muy importante que, así como tenemos el folclor, poder tener el tango y candombe en el currículo que ofrecemos, porque es identidad pura de este país.
Yo digo que tenemos tres patas, una es la académica, que sucede en nuestros edificios, donde tenemos cerca de 400 estudiantes, y luego otra pata que es la de democratización cultural, donde llegamos a otras partes del territorio para poder llevar las carreras que suceden en Montevideo, de manera que puedan realizarse en otras zonas del país, porque acá está todo muy centralizado. En este momento tenemos tres escuelas funcionando fuera de la capital, y el año que viene lo harán dos más.
El otro trabajo, y por el cual estoy muy enamorado también, es el proyecto de extensión territorial que hacemos junto al Ministerio de Desarrollo Social. En éste nos acercamos a dialogar a diferentes territorios, siete en total, pero no con una visión académica donde los chicos quieren ser bailarines; sino que utilizando la danza y las artes como una herramienta de cambio social profundo, no sólo para los participantes y beneficiarios de estos programas, sino también de sus familias. Trabajamos en territorios donde quizás nunca tuvieron acceso a una clase, y dialogamos con ellos. Es un proyecto que tiene mucho que ver con la cultura comunitaria, y creo que ahí las escuelas tenemos mucho para ofrecer, porque tenemos varios docentes, pero además muchos de los estudiantes que están terminando su formación en las escuelas, y que les interesa la danza como herramienta de cambio social, hacen sus pasantías dentro de este programa de extensión territorial. Al final las escuelas terminan siendo mucho más que la formación de bailarines que luego van a formar parte de los elencos estables que tiene el SODRE, como el ballet, la orquesta, lo que sea; sino que realmente forman ciudadanos y ciudadanas responsables y comprometidos con su contexto.
Es fundamental. Acá es financiado 100% por el Ministerio de Educación y Cultura, los chicos que estudian en nuestros programas no tienen que pagar nada, es todo gratuito, y los sueldos de los docentes, la infraestructura, todo pagado por el Estado. No estoy diciendo que con esto no nos falta financiamiento jajajaja En este momento, además, tenemos un apoyo en nuestras actividades extra curriculares, y ahí recibimos un 50% de ayuda del Estado. Hay un compromiso absoluto con el desarrollo de las artes, y se nota en el apoyo político y económico.
Sí, y para explicarlo mejor, yo formo parte de una estructura que son las Escuelas Artísticas que son del SODRE, el SODRE tiene un consejo directivo que responde a un Ministerio de Educación y Cultura. Son varios niveles de poder, y todos ellos tienen la misma visión. Eso es importante, porque yo podría decirte “tengo esta idea genial”, pero si no tengo el apoyo en los siguientes niveles, no puedo hacer nada. En ese sentido, hemos dialogado mucho, sobretodo pensando en que la estructura política entienda que el quehacer está en el territorio, por eso cuando elevamos informes o proyectos, siempre son recibidos con mucha satisfacción de que el desarrollo de las artes pueda llevarnos a todos a otro lugar.
Como una anécdota que da cuenta del alcance que tiene el SODRE en este momento, el auditorio nacional del SODRE es el teatro más grande que tenemos en la ciudad y tiene una capacidad para 2000 personas. El ballet nacional clásico, que quizás ha sido históricamente un lenguaje artístico muy elitista o se veía de esa manera; hoy vende, por temporada, aproximadamente 24 mil entradas. Es cierto que tenemos entradas desde 2 dólares, y eso ayuda al acceso de poder ver ballet, pero eso repercute en que la gente ve la calidad del espectáculo y se interese para que estudien sus hijas, hijos o ellos mismos se acerquen a colaborar, de alguna manera, en los proyectos que tenemos para la comunidad. Lo que quiero decir es que, no es sólo la educación artística, sino que forma de una gran política cultural que se apoyó desde el gobierno de Mujica y se continuó con el que hay ahora.
Fotografías de la página oficial